Foto: David Samuells

No es raro encontrar en cualquier calle aguas albañales vertiendo a lo largo de las vías o estancadas con su característico olor pútrido, lo que pone en peligro el entorno con la contaminación ambiental, además de dañar seriamente la vecindad y por supuesto, léase, salud.

Hay que recordar que algunos vertimientos son de las fosas de los propios edificios multifamiliares cuyas conductoras de agua potable por lo general están cerca a esas vías de desagües provocando en muchas ocasiones la fusión de sus elementos por lo que hay que descontaminar las cisternas.

Algunos de esos vertimientos son tan antiguos que ya la población ha construido los trillos para no tener que limpiar sus zapatos al llegar a casa y los conductores de los autos -conocedores de que tanta humedad puede provocar baches en el pavimento- también han marcado sus propios desvíos.

Por tanto los vertimientos, al libre albedrío, tienen su costo.

No hay que señalar dirección alguna de dichos corrimientos de aguas albañales en los diferentes municipios de la capital, están a ojos visto y conozco del trabajo de los delegados de circunscripción que corren con las quejas de los delegados, y las consabidas respuestas.

La respuesta consabida acusa cuestiones objetivas, pero no siempre justificables: hay que esperar..., que no hay petróleo, recursos, etcétera.

Lo cierto es que hay que tomar cartas serias en el asunto de los vertimientos de agua albañales para evitar la propagación incluso de vectores que abundan en los basureros.

Foto: Oscar Alvarez Delgado
Foto: María Elena Diosdado

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