Foto: Tomada de Radio Reloj

La pregunta recorre la ciudad y se extiende a una distancia mayor. Quienes no dominan las leyes del mercado opinan que el Estado tiene potestad para resolver el asunto, y en honor a la verdad ha repartido tierras y disminuido las tarifas de diferentes insumos vitales para alcanzar una producción que no cuenta -como tiempos atrás- de fertilizantes y piensos para que lo cosechado equilibre la demanda (necesidad) de la población en viandas, hortalizas, granos y carnes. La Habana con una población mayor a los dos millones de habitantes, sin contar la población flotante (una cifra considerable) y los consumos sociales necesitaría una producción mayor para dar una libra per cápita diaria a su población.

Si nos remontamos a la década de los ochenta del pasado siglo, anualmente la agricultura producía - y aunque no satisfacía la demanda - nunca como ahora dependíamos de esas cifras, pues en la época señalada era común ir a una pizzería, restaurante o cafería con diversidad de ofertas, lo cual hacía que no se dependiera de un agromercado.

Es cierto que hay muchos intermediarios, quienes compran a un precio y venden a otro; pero si la oferta fuera lo suficientemente grande, entonces no estarían vacíos los diversos agros que hay en esta ciudad y usted no tendría que acudir a los particulares…

La pregunta que me hago es otra: cómo en los patios, los vecinos van cosechando sus platanitos, aguacates, guayabas, culantros, y las empresas estatales y cooperativas de diversos tipos, siguen sin una respuesta que una al mirar exclame ¡ se acerca la luz!.

Ver además:

El cuarto círculo