Foto: Oilda Mon

Desde niño, en la escuela y en la casa me enseñaron que debía buscar las causas de los problemas si quería resolverlos adecuadamente, de manera definitiva.

Es una fórmula sencilla. Lo complejo, lo que probablemente se torna difícil para algunos, es el acto de detectar, con milimétrica precisión, cuáles son esas circunstancias que originan inconvenientes, dificultades…

La motivación específica que me llevó recientemente a reflexionar sobre esto de encontrar las causas de los conflictos para solucionarlos surgió en una conversación con un amigo, en la que estuvimos de acuerdo en la necesidad de limitar la movilidad de las personas para reducir el contagio de la COVID-19 en la capital.

Ambos coincidimos en que miles de personas desandando por la ciudad diariamente podrían ser potenciales receptores-emisores del aún nuevo coronavirus. Sin embargo, el diálogo se convirtió en debate cuando discrepamos en el cómo se podía lograr esa necesaria disminución de movimiento dentro de la ciudad.

Él, en su respetable valoración, señaló como principal causa lo que estimó como un exceso de guaguas y otros vehículos de pasajeros transitando por toda la urbe. “Si se reducen esos servicios, la gente no saldrá tanto por cualquier razón, sabrán que salir no será nada fácil y posiblemente ni lo intentarán”, me decía. Y yo, fiel y veterano usuario del transporte público –sobre todo del más barato y populoso– le riposté inmediatamente, porque me pareció insólito que alguien cometa el error de “botar el sofá” a estas alturas, en vez de ir a la raíz del asunto.

En segundos saqué rápidas conclusiones: Si no hay escuelas ni centros recreativos abiertos, salvo algunos indolentes que hacen visitas innecesarias y fáciles de posponer, la inmensa mayoría de quienes toman un medio de transporte y salen a la calle lo hacen para asistir a su centro de trabajo o para solventar necesidades materiales, o sea, hacer compras inaplazables. 

Por otra parte, le mencioné a mi amigo al menos dos ideas que contribuirían a disminuir la movilidad de las personas, según mi punto de vista: Hacer un estudio más exhaustivo respecto a la necesidad real de
cada trabajador de acudir a su centro laboral, sin descartar el análisis de si es posible aplicar el teletrabajo. Y, en cuanto a la urgencia de disminuir la aglomeración en colas y tiendas, le señalé como imperioso atenuante de esa realidad la consumación definitiva de un sistema de compras online realmente eficiente, que pueda hacer llegar los productos al hogar con una regularidad comprensible en las actuales condiciones.

Así, según me enseñaron hace varias décadas en la escuela y en mi casa, sin duda se puede restringir la movilidad obrando con precisión sobre las verdaderas causas de un drama que nos tiene a muchos como obligados protagonistas.

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