
Hace unos años –en una reunión con estudiantes de periodismo en el Consejo de Estado– escuché al Líder de la Revolución cubana referirse al deseo de caminar por la ciudad si tuviese el tiempo para hacerlo y las posibilidades reales que le impedían sus compromisos como jefe de Estado.
Recuerdo aquella tarde de agosto de 1994, previo al acto popular de repudio, durante los sucesos que involucraron al buque Jussara el día 14, después del vil asesinato del teniente de navío Roberto Aguilar
Reyes el día 8, en el Mariel, por un traidor alentado a robar una embarcación para salir del país.
Esperábamos a Fidel. En los rostros resultaba visible el dolor de aquellos días aciagos y la determinación a denunciar la nueva escalada de
Washington para promover el descontento popular y el éxodo masivo de inmigrantes cubanos hacia Estados Unidos.
La Heroína del Moncada, Melba Hernández Rodríguez del Rey, me tomó de las manos y las sostuvo con esa firmeza plena de ternura característica que le posibilitaba llegar a los jóvenes y dijo: “Les toca a ustedes defender la Revolución. Nunca permitan que les arrebaten lo que ha costado tantas vidas para lograr la independencia que soñamos”.
Por estos días es más fuerte la presencia eterna del Comandante en la determinación de los jóvenes para asumir las nuevas tareas que requiere la lucha contra la COVID-19, en los vacunatorios, centros científicos, de producción y servicios…Fidel conversa desde la voz del pueblo.
Ver además:
El privilegio de caminar junto a Fidel, en silencio contra el tiempo