En medio de las celebraciones por el aniversario 499 de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana y del 150 del inicio de las guerras por la independencia, resulta imprescindible evocar al Generalísimo Máximo Gómez Báez, quien naciera en Bani, República dominicana el 18 de noviembre de 1836.

Maestro de la estrategia y enérgico en el combate fue el organizador de las grandes batallas, respetado por sus compañeros de lucha y temido por el enemigo en aquellas impresionantes cargas al machete.

“Donde está él, está lo sano del país, y lo que recuerda y lo que espera”, especificaba Martí. A lo cual agregaba Maceo: “¿No es el más capaz de todos, y el que ahoga la ambición mezquina con su gloria y con su espada, más grande y más brillante que todos?”.

En la Quinta de los Molinos tuvo su residencia al final de la guerra. Llegó el 24 de febrero de 1899, hasta su muerte el 17 de junio de 1905.En este lugar convertido en Parque y Monumento Nacional, cerca de la Universidad de La Habana, se encuentra el Museo Máximo Gómez.

El “Generalísimo” no tuvo ese epíteto, para referirse a la supremacía de su grado militar, por azares de la vida, sino por respeto de sus compañeros de armas. Para Martí no había dudas de que no podía emprenderse tentativa alguna de lucha en la cual no estuviera presente con su rango y méritos.

Le escribe a Máximo Gómez invitándolo, junto al Mayor General Antonio Maceo, a incorporarse al nuevo empeño de continuar la guerra por la independencia. Flor Crombet será quien lleve la carta. En ella Martí le habla a Gómez de la necesidad de un partido revolucionario. Martí cree llegada la hora en que las condiciones están listas para continuar la lucha y así se lo hace saber.