El nuevo presidente de Brasil, el ultraderechista y ex capitán del ejército Jair Bolsonaro, comienza a demostrar a su pueblo el regreso de la era fascista que sumió en el luto a miles de familias y condenó a la pobreza a millones de personas, mientras otros sencillamente fueron declarados inexistentes.
Sus ataques contra Cuba y, especialmente contra la colaboración médica cubana, coloca al pueblo brasileño en un punto crítico, si tenemos en cuenta la presencia de especialistas de la Salud en múltiples disciplinas, que lograron llegar a los lugares más intrincados de esa nación para salvar vidas.
Bolsonaro quien se declara el “Trump brasileño”, considera que: “El error (de la dictadura en su país) fue torturar y no haber matado a 30 000 personas más, comenzando por el Congreso y el Presidente (…)”, así expresó en 1999. Años después, en 2001, dijo que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente de coche”. En 2003, le aseguró a una diputada, en una emisión televisiva: “Yo a usted no la violaría porque no se lo merece”.
Tales declaraciones las expresó mucho antes de “ganar” la presidencia, mediante el face on the news (te he visto en las noticias) y prometer seguir “las enseñanzas de Dios junto a la Constitución”. Sin embargo, la realidad enuncia todo lo contrario.
De hecho, no representa siquiera los intereses de su pueblo como explicara la doctora Marcia Cobas Ruiz, viceministra de Salud, al referirse al trabajo realizado por más de 20 000 colaboradores quienes “se han ganado el cariño del pueblo brasileño, por la calidad de su atención” y el haber realizado más de 113 millones de consultas, después de la solicitud del anterior gobierno con el programa Más Médicos, una convocatoria de solidaridad en reclamo del apoyo de los propios galenos brasileños y de otras partes del mundo para los ciudadanos residentes en zonas y en condiciones más precarias de salud, incluso de la selva amazónica.
Nuestros colaboradores se convirtieron en una verdadera barrera de contención contra la muerte por enfermedades en esa nación. Esta es una verdad que no puede ser omitida. “Cuba anda de hermana”, como escribiera nuestro José Martí.