No pretendo convencer a nadie porque hablar de alimentos siempre tiene su controversia y lograr consenso no es mi interés, pero si hay que señalar que por lo menos yuca, boniato, calabazas y plátanos  de la varidades  frutas, viandas y burro han estado presentes en los mercados a precios topados, con la presencia de frijol colorado gran parte del año, por lo menos en el reparto Alamar -de La Habana del Este- cuya población es alta.

Por supuesto los vegetales de estación como aguacate, quimbombó, habichuelas, y otras clases de frijoles corrieron a cargo de los carretilleros los cuales los comercializan con un precio superior, pero también tienen su público. 

Ello no quiere decir que sea lo óptimo; pero sí hubo (este año) mayor presencia en los mercados agropecuarios, sin olvidar que los condimentos frescos -que cada día ganan más público- tienen una mayor presencia. 

Todo hace pensar que la producción agrícola, poco a poco, está respondiendo y que bien vale darle un impulso averiguando con los productores qué les hace falta para intentar satisfacer la creciente necesidad de consumo y, por supuesto, disminuir los precios. 

Hace unos días fui sorprendida con la aparición de vegetales como zanahoria, acelgas, coles, lo que asevera que la tierra da lo que el hombre se propone y ahí quiero detenerme ¿quién o quiénes están detrás de esas producciones para que logren -durante toda la temporada-  mantener una producción capaz de garantizar los suministros, sin alterar ni un ápice los precios y que, por  supuesto, las ganancias no sufran alteraciones a la baja de cosechas. 

Los vegetales están a las puertas de los mercados; haga cada quien lo que le toca: que los organoponicos se activen, que se preste mejor a tención a quienes cultivan, solo así los precios bajarán y las mesas de la familia tendrán mayor presencia de viandas y vegetales frescos.

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