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Entre noviembre de 1961 y octubre de 1962, agentes de la CIA –apoyados en grupúsculos contrarrevolucionarios- llevaron a cabo contra nuestro país unos 5 700 actos de guerra económica, sabotajes, operaciones psicológicas, atentados, alzamientos, secuestros de buques y aviones, ataques piratas, actividades de inteligencia, y organización de la subversión interna, como parte de la Operación Mangosta (fracaso de invasión por Playa Girón).

El objetivo era ablandar a Cuba para una invasión, planificada para octubre de 1962, momento en el cual el mundo estuvo al borde de una confrontación nuclear, desatada por la Crisis de Octubre (de los Misiles, o del Caribe). El reclutamiento, dirección, apoyo logístico y financiero y la utilización de mercenarios asalariados por parte del gobierno de Estados Unidos dentro del propio territorio cubano, han centrado la guerra y hostilidad contra la nación caribeña.

Para los años fiscales 2007 y 2008, la administración Bush destinó 80 millones de dólares para operaciones públicas a fin de imponer un cambio de gobierno en Cuba. No obstante, el presupuesto utilizado supera cifras que no están registradas e incluso, desconocidas por el contribuyente (pueblo) norteamericano, desconocedor del las acciones encubiertas por parte de los servicios de inteligencia contra nuestro pueblo.

La política de hostilidad, bloqueo y agresiones de sucesivos gobiernos de Estados Unidos, ha obstruido el pleno disfrute de los derechos humanos y libertades fundamentales de los cubanos: derechos a la vida, a la paz, a la libre determinación y al desarrollo. La plataforma subversiva El Toque –como herramienta de terrorismo financiero contra el pueblo de Cuba- fue denunciada por el Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, el pasado 29 de octubre, en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Afirmó, por vez primera, en un hecho demostrado de esta magnitud de agresión, que se dispone de la recopilación de pruebas por parte de la Mayor de las Antillas sobre las maniobras alentadas por la nación norteamericana para provocar un incremento artificial de la inflación en la Isla, la pérdida del poder adquisitivo de la población y llevar a un estallido social para acelerar sus objetivos de cambio de régimen.

El bloqueo contra Cuba es una agresión permanente y criminalmente sostenida que incluye el terrorismo financiero de una potencia mundial en guerra encubierta contra un país soberano e independiente, por lo que nos vemos en la obligación de recordar el contenido de un memorando secreto, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito:

“(…) No existe una oposición política efectiva (…)El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno (al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…) Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.