Foto: Tomada de Redes Sociales

No es necesario preguntar en los establecimientos cuyas ofertas anuncian pollo en letras grandes, sin el correspondiente precio, si hay en existencia. Indagar pesaje y precio. La respuesta es apabullante.

Solo los clientes recuerdan que el pollo troceado, aceites comestibles (excepto el de oliva), leche en polvo, pastas alimenticias, salchichas y detergente en polvo, cuyos precios fueron topados, están exonerados del pago del impuesto y que los actores económicos reconocen hasta un 30% de margen de ganancia sobre costos y gastos, siempre que no excedan los precios definidos en la Resolución 225 del Ministerio de Finanzas y Precios.

¿Qué ha cambiado? Y si hay cambios, ¿por qué no se ha informado a la población que ve cómo el pollo -cuyo precio ha sido gravado (multado) hasta 312 CUP- la libra oscila entre 380 y 400 CUP, sin que nadie, solo quien desea adquirirlo, se asombre?

El aceite -otro producto que estuvo escaso- disparó el precio. Con el aumento, de su presencia en los mercados, volvió al límite.

Solo sé que cuando usted ve varios establecimientos cerrados es porque el cuerpo de inspectores anda cerca y como guerra avisada no mata soldado no sucede nada. ¿Y por qué los que deben aplicar la ley andan en grupo en un triciclo que todos ven y la voz corre?

Y si usted pregunta el motivo de tan altos precios la respuesta es: “el dólar subió…”. “No es el mismo proveedor”.

En fin, si el precio del socorrido pollo sigue subiendo pasará a ser un animal económico de otra galaxia, imposible de degustar; sin olvidar que es la única proteína de origen animal con mayor presencia y un precio más o menos asequible, pues otras carnes son imposibles de comprar. Por supuesto, solo refiero el pollo troceado; no mire la tablilla para adquirir pechuga o leche, a los que se han incorporado otros productos -no topados en los precios- que valdría la pena revisar.

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