Foto: Gobierno de La Habana/ facebook

Eran la una y treinta minutos de aquella madrugada. La migraña no dejaba conciliar el sueño y por la ventana, que daba la calle, observaba cómo caía la lluvia y corría calle abajo sin presagiar lo que ocurriría tres horas después. ”Ten cuidado, el agua está fría”, dijo mi esposo al levantarse y sorprendida no llegué ni a preguntar, faltaban pocos centímetros para que el colchón se mojara. ¿Y de dónde salió tanta agua pregunté?. Los vecino vinieron a ayudar.

Solo dos casas tuvieron ese contingencia cuya explicación sostuvo, que en el terreno contiguo el manto freático había subido su nivel en unos pozos de una antigua lavandería, reservados para futuras necesidades, y en su afán de salir la fuerza del agua levantó lozas de los pisos.

La lluvia intensa es un fenómeno severo que produce importantes daños en diferentes sectores de la economía y que compromete la seguridad de la población.

Estamos en el período lluvioso mayo-noviembre y hay que estar alerta a este fenómeno del cual pienso no tenemos la educación, a pesar del nivel de información meteorológica alcanzado, para disminuir los riesgos frente a un huracán. En pocas horas todo puede cambiar.

La Habana tiene arterias que en minutos se inundan por lo que no debemos transitarlas. Hay que mantenerse alejado de zonas costeras y ribereñas. Desconectar y aléjate de artefactos eléctricos. Cortar el suministro eléctrico si hay riesgo de que el agua ingrese en la casa. No refugiarse debajo de postes o cables de electricidad. Estamos a tiempo. La indisciplina puede costarnos la vida.

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