Salieron al mercado con la intensión de abrir un pequeño negocio?, de probar sus habilidades? De trabajar or su cuenta? Hacer dinero?, válida cualquier intención. Lo cierto es que la mayoría desconoce el arte de vender y cuando usted se detiene para observar ofertas o buscando algo necesario, aún no ha pensado en lo que ven y ahí comienza el acoso.

Pregunta tan obvias como “puede preguntar”, amorcito qué busca”, “no tenga pena, y otras frases que jamás había escuchado a algún vendedor. Incluso hay quienes vigilan detrás, por si le van a sustraer algo. Ni la presentación en muchos casos nos llama la atención, usted no puede comparar el volumen de algunos productos iguales a desiguales precios porque el volumen de su contenido no está a la vista.

Recuerdo a Fe una vecina que dependienta de la tienda El Encanto, en la época del capitalismo en Cuba hablaba de ese centro comercial como si le hubiera pertenecido, pues para pararse ante un mostrador con posibles compradores eran adiestradas en comportamiento a fin de atrapar al usuario con su buen trato. Prohibidas las palabras” qué quieres”, “qué buscas”,” somos los que más baratos vendemos”.

Jamás compararse con otras tiendas o vendedores. Incluso las enseñaban cómo maquillarse y sentarse. Vender era el eslogan, si lograbas atraer al público había sorpresas.

Cada día crece más la vulgaridad dejando atrás hasta los buenos días, además de ir pasando de hablar en voz alta a la gritería sin olvidar a los vendedores ambulantes que detienen la marcha y pasan varios minutos detenidos con una grabación a todo volumen de lo que ofertan. No importa si el bebé está durmiendo o usted escuchando música o simplemente le molesta tanto ruido. Hay algo, cierto el acoso tiene varias caras.

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