La nueva conductora de agua se extiende por la avenida de Boyeros, en el municipio Plaza de la Revolución. Foto: RSM

Una cineasta argentina -quien asistió como jurado al recién concluido Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana- al saber que soy periodista, preguntó sin ningún preámbulo, qué pensaba de la celebración del Festival con la situación económica que tiene el país. Respondí: “Venga con más tiempo; visite, las Casas de Cultura, las escuelas de arte y verá”.

Le comenté que puedo y de hecho acudo a casi todos los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional y disfruto porque vienen directores de otras latitudes que no pueden ocultar la emoción que provoca llevar la batuta frente a músicos que representan a varias generaciones; sin embargo, la calidad ejecutiva de las piezas resulta un regalo para el alma y, aunque la sala no siempre está llena, los músicos están ahí; incluso algunos sentados entre los espectadores cuando no tienen parte en determinada pieza”.

En nuestro país, la Cultura no se ha detenido y tiene prioridades como la enseñanza, en general. La visitante, llena de dudas expresó, después de escucharme: “Estuve en un encuentro importante con integrantes de la máxima dirección del gobierno cubano, donde se nos habló de los problemas para buscar soluciones priorizadas al suministro del agua, pero aquí en este Hotel Nacional de Cuba, donde estamos hospedados, no ha faltado”.

Es cierto que tenemos lugares donde se acarrea con pipas o no llega de forma directa; pero me atrevo a afirmar que en América Latina, muy pocas naciones, por no decir (específicamente) la mención de un país, no disponen de un programa de Voluntad Hidráulica como el nuestro, que lleva décadas de inversiones sostenidas y de realización de obras que demuestran el alcance de la ingeniería cubana, la calidad y preparación de sus especialistas.

Le confirmé que, en nuestro país, el agua para la población es segura, la puede tomar. Argumenté que si en los pozos donde se bombea no hay electricidad -por la crisis del combustible y los problemas con la generación eléctrica-; por supuesto que habrá dificultades con la llegada del vital líquido para garantizar el servicio a la población en cantidades que no tienen precedentes antes de enero de 1959.

Respondió: “Que bien encontrarme con usted para aclarar algunas dudas, pero… ¿hay hambre?”  Le aseguré mi deseo de tomar un yogurt con sabor a coco, comer un sándwich campesino; pero no vamos a la cama con el estómago vacío. Y finalmente agregó: “¿Y el Presidente?” Entonces le dije: Ahí tiene dos problemas el bloqueo (impuesto, sostenido y recrudecido, por Estados Unidos) que todos los días recibe una cuota de leña y la comparación constante con el físicamente desparecido líder histórico de la Revolución.

Son dos tiempos diferentes, tenemos problemas propios y heredados pero le voy a decir algo –agregué- cuando la pandemia de Covid-19, científicos, apoyados por el Gobierno cubano, lograron que esta Isla (en realidad archipiélago) no “esté flotando en el mar vacía”. La entrevistadora extendió sus manos en señal de agradecimiento y esta periodista reiteró la invitación a que vuelva con más tiempo.

Otras informaciones:

Mis preguntas  al finalizar el año