
Exige mucha valentía y a veces romper cadenas tradicionales costumbristas y comunitarias y subculturales establecer, mantener y sostener el puente de la comunicación. De hecho, resulta uno de los procesos más complejos para el ser humano. Cada día enfrento disímiles situaciones y conflictos que recalan, es lógico, muchas veces en el bufete de juristas.
El distinguido jurista y colega José Luis Arzola Fernández, comentaba sobre la obligación de los abogados de escribir correctamente, leer bien y hablar bien en tributo a nuestra responsabilidad y compromiso social.
Siguiendo su derrotero, me gustaría comentar sobre una palabra que suena tan sensacional como científica; pero advierto que debemos observar el sentido y alcance de su significado…, digo al menos en contextos serios, pues hasta se encuentra empleada desacertadamente en publicitaciones de Congresos, Post grados y toda suerte de eventos científicos profesionales.
Me refiero a Patología como sinónimo de enfermedad, lo cual se ha convertido en uno de los términos más empleados en el lenguaje práctico forense y en otros escenarios jurídicos orales y escritos (fundamentalmente penales), civiles y de familia. Por ejemplo, se escuchan diversas alocuciones como:
Tenía (…) como patología de base (…) Esa es una patología de difícil diagnóstico. Falleció el paciente de Covid-19, patología que ha afectado millones de seres humanos.
Nos toca a los juristas evaluar CÓMO emplearemos este vocablo. Si como profesionales y científicos o de forma coloquial y sin distensión.
La próxima palabra IMPORTADA –que me gustaría comentar– resulta muy “prestigiosa y misteriosa” porque se emplea a diestra y siniestra en el contexto forense. Me refiero a CLÍNICA; pero vamos a dejar su tratamiento semántico para otra ocasión y continuar nuestro camino por la vida, sin que nos “diagnostiquen” una PATOLOGÍA.
Ver además:

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