Por razones de investigación de un caso de controversia tuve que pasar algunas horas escuchando los criterios quirúrgicos de médicos de un hospital cardiovascular.
Observé, aprecié y sentí muchas cosas acerca de la fragilidad de la vida humana. Pero una cosa di por seguro: el mejor argumento contra el racismo, el más obvio y contundente, hay que buscarlo en una sala de trasplantes cardiovascular.
Allí, el corazón proveniente de un negro le salva la vida a un blanco y viceversa. Aprendí que todos laten igual, teñidos de un rojo brillante… todos le devuelven la alegría a una familia que ya había perdido la fe y ven a alguien regresar a casa. Todos cumplen con esa misión sin que el matiz de la piel del emisor del órgano importe, ni sea una premisa para concluir su obra. Todos permiten la ocasión para un próximo abrazo.
Y aunque nunca te revelaron el nombre del donante, deberías agradecerle cada salida del sol, pues cuando en vida aceptó salvar tu vida, jamás reparó en los colores del destino.
Dudo que pase algo real, ya habían muchos casos parecidos y siempre han salido absueltos los policía, sino es un circo el juicio y la condena y luego igual sale absuelto. Es una país donde el Presidente es racista, donde tiene de su parte al Kukuklán, entonces los negros, latinos, chinos y otros , están condenados a ser marginados y discriminados. El odio se impone sobre la razón.