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Entrar a la universidad es recorrer el último tramo de nuestras aspiraciones en la carrera por lograr una especialidad de la educación superior, realizar sueños, enriquecernos espiritualmente con la profesión que decimos hacer la vida. Su propósito conlleva crear bienes y servicios o contribuir a la enseñanza de otras personas. 

Estudiar en la Universidad es una posibilidad que da el Estado a lo largo de todo el país porque cuenta con el material humano: académicos, docentes y trabajadores; así como las instalaciones con semejante
propósito. Llegar a la Universidad tiene de inicio un camino en el hogar con la familia desde que se pone un pie en la educación primaria, y debe irse cultivando con esmero.

Un ser humano es por lo general el reflejo de lo que recibe en casa y luego suma detalles en la escuela, las amistades, en las relaciones que se construyen en el camino de la vida. Por ejemplo en casa todos los días nos decían: “Estudien para que no vivan a cuenta de nadie”, pero llegar a la universidad significa un sacrificio de todos.

Nunca hemos sido una sociedad de grandes beneficios económicos por lo que la familia ha tenido que aportar mucho para lograr que los hijos concluyan los diferentes niveles de estudios. Aunque hay que señalar que el Estado aporta de su presupuesto millonarias erogaciones y dirige un estipendio estudiantil a los universitarios e incluso asume la mantención a nivel de becas de quienes por la distancia no pueden viajar diariamente a sus respectivos planteles.

Y es ahí donde quiero detenerme, estamos en tiempos difíciles y son muchos los jóvenes que cada día se levantan temprano para llegar a sus centros estudiantiles. Ayudémoslos cuando pasemos en carro por una
parada, por un semáforo… Esos que esperan serán nuestro futuro y como escuchó un colega en una parada decir a dos jóvenes que tenían un pulóver que los identificaba como alumnos de la Universidad tecnológica
José Antonio Echevarría, en su aniversario sesenta: “¡Llegamos!”. Contribuyamos todos, entonces, a que salgan con sus sueños como esa gran familia que somos.

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