
Mi madre nunca fue a una reunión. Solo advirtió:”que no me manden a buscar...”. Era ama de casa y aunque, aparentemente, le preocupaban las cuestiones domésticas, revisaba los forros de libretas, libros, el uniforme y las tareas de matemáticas. Preguntaba por los círculos de estudios y mantenía una rigurosa exigencia.
Estuve con mi hermano pequeño en el colegio y fui la mensajera entre las dos partes. Por supuesto, corrían otros tiempos de rigor en la disciplina hogareña. Si hubiera existido alguna queja este comentario sería diferente porque mamá decía que era vergonzoso que diéramos motivo de requerimientos por el maestro.
Algunos padres acuden a las reuniones o indagan por sus hijos, incluso abuelos, pero no es suficiente. La relación familia escuela es mucho más que un nexo imprescindible en la educación.
Ese hermano pequeño, al que décadas después, me refiero, es profesor de larga data y ha enfrentado papás iracundos que al saber del desastre que tienen en la escuela llegan amenazando a diestra y siniestra porque el educador debe haberla cogido con su niño.
Comienzará un nuevo curso lectivo y los profesores no deben estar solos en ese camino de crear y forjar en la instrucción a personas cuyo futuro debe beneficiarlos para su disfrute personal y colectivo.
No se vive igual si usted es una persona de saber para la cual no quedó trunco en el camino. El no padecer de ignorancia siempre lleva a un futuro mejor, sea espiritual o económicamente.
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