Desde hace unos días me da vueltas en la cabeza una información recurrente, el robo de electricidad de algunos consumidores y pregunto por qué demoran en detectar quiénes son o cómo lo hacen y aunque tirar piedras es fácil, y yo también tengo el tejado de vidrios, me hago varias interrogantes apoyadas en una experiencia personal.

Recuerdo porque encontré el papel con la advertencia, era el año 1992, y al llegar a la casa no tenía electricidad, un vecino revisó el reloj, encontró un cable desconectado y un papelito que decía que no podía enchufarlos.

Lo hice y cociné. No fui a la empresa. Una noche un compañero vestido de uniforme completo y con su solapín se personó y explicó que no podía excederme de los 150 kilowatt a los que tenía derecho mensualmente, como cocinaba con electricidad nunca pude cumplir, por tanto el compañero de la empresa eléctrica advertía que quedaría tres días sin servicio si era reincidente o que debía hacer los alimentos en fogón de luz brillante.

Al alegar que era asmática exigieron un certificado médico, pero no podían asumir el exceso. Cuando todo volvió a la calma en el país y seguí con cocina eléctrica, un día fue el lector cobrador, excelente trabajador, quien advirtió que un vecino estaba “colgado” de mi reloj.

Y es ahí donde me preocupa la información recurrente, el robo de electricidad de algunos consumidores y por qué demoran en detectar quiénes son o cómo lo hacen. Y no es que ahora quiera tirar piedras pues tengo equipos de alto consumo y he sido tentada de ser violadora porque me han dicho “niña habla con el lector cobrador, a lo mejor cede, trata de pagar, le das algo y veras”.

Nunca lo intenté, me gusta dormir con la cabeza tranquila en la almohada como me decía mi papá. Además, hay que tener ética, y sé que muchos trabajadores eléctricos la tienen aunque algunos consumidores con equipos de alto consumo pagan para que sus recibos no reflejen la realidad y por supuesto el petróleo que se utilizó en generar energía no arroja el resultado económico.

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