Foto: Archivo de Tribuna de La Habana

El silencio solo era roto por la voz de los inspectores de las paradas del P11 que pedían que nos uniéramos más para que otro pasajero subiera. Son días difíciles. Una mañana nos levantamos con la noticia de que la planta del gas licuado “estaba en cero”, que debíamos dar vuelta por los depósitos donde lo adquiríamos para conocer las últimas noticias.

Tiempo después supimos que un barco de combustible llegaría dentro de diez días. Mientras, los que no tenían gas se levantaban temprano para usar sus equipos eléctricos para la cocción de los alimentos; era mejor ingerirlos fríos después de elaborados que no comer, por si faltaba la electricidad.

Uno de esos días difíciles, en un P11, se escuchó una voz masculina que expresó: “Si Fidel estuviera aquí, ¿qué nos estaría diciendo? .Hubo un revuelo y la misma voz prosiguió: “Estaría explicando y nosotros con nuestros aplausos aprobando”. Algunas personas asintieron en silencio y otras buscaban al hombre de aquella irrebatible sentencia.

Físicamente no está y es difícil llenar ese espacio. Fidel hacía un discurso para todos. Comenzaba un tema, lo hilvanaba como nadie, hacía incidentales largas y, cuando menos imaginamos, volvía al tema central para reiterar lo que tenía interés que entendiéramos, e informarnos y convencernos.

En más de una ocasión he escuchado frases similares de si Fidel estuviera en este momento difícil. Es más son recurrentes: brotan de los sentimientos del pueblo que dialogó durante años en plazas, escenarios laborales, estudiantiles, jornadas de trabajo voluntario, encuentros causales en los cuales detenía su jeep y preguntaba cualquier cosa, como aquellos muchachos a los cuales interpeló: ¿Qué hacen fuera de la escuela?

Fueron muchos años de enseñanzas, de mirar el futuro. Recuerdo la aparición “misteriosa” del dengue hemorrágico por los ochenta del pasado siglo, la peste porcina africana, la roya de la caña de azúcar. Y a él ir denunciando a la CIA, y el gobierno de los Estados Unidos, con la verdad en las manos.

Su preocupación por el desarrollo de la salud y la formación de profesionales y especialistas, consciente de que no bastaba, creó la Escuela Latinoamericana de Medicina y numerosos centros para el desarrollo de las investigaciones, de la producción de fármacos con sistemas avanzados de biotecnología.

Hay muchas razones para recordarlo, estudiarlo. No todos tuvieron la dicha de verlo de cerca o hablarle, ese momento era y es inolvidable… Por lo menos yo quedé muda cuando en una ocasión me  preguntó: ¿Tú no me vas a saludar? Y sé que, mentalmente lo había hecho; pero en realidad mis labios nunca se movieron.

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