Foto: Tomada del perfil de Facebook de Ana Maura Carbó

Parada frente al closet observo una a una todas las piezas, y me digo: “Vestirse ha pasado a ser una opción de lujo porque los precios de la ropa que he visto en tiendas estatales (en CUP) tienen un costo enorme y las otras opciones de modistos -con diseños modernos y telas adecuadas para nuestro clima o de quienes viajan al exterior con el fin de traer ropas-, también a precios muy altos”.

Y aunque los temas de conversación o mejor dicho de preocupación han inclinado la balanza hacia los relacionados con los precios, el dinero y los comestibles -en general-, nos alertan que algo ocurre como si fuéramos olvidando que vestirse es también parte de la vida cotidiana. Y no es que quiera andar con el último grito de la moda. Es que ataviarse es parte de la autoestima personal.

Cuando me refiero al gusto de vestirse; por supuesto, también están los zapatos que se venden en MLC o los artesanales donde en su gran mayoría son modelos para personas jóvenes y a precios por supuesto, altos, y no tienen por qué ser del gusto de todas o todos. Ah…, no hablemos de carteras o la bisutería e incluso de la orfebrería que también es parte del vestir.

Claro, absoluto no se puede ser. Se han vendido zapatos-tenis de varios colores y diseños modernos, con precios más bajos que los exhibidos en negocios de particulares. Por ejemplo, recientemente, Thaba abrió un establecimiento, pero eso no quiere decir que todos podamos adquirir algo, porque la producción equilibra la demanda.

Sigo de pie frente al closet y observo los espacios vacíos que se van creando como resultado de la crisis económica que atraviesa el país, pero que exigen una mirada de mayor alcance porque vestirse, insisto, es una necesidad y hace más de tres años que no podemos pararnos y comprar lo mínimo necesario.

Y reitero (vuelvo con esa palabra) colóquese frente al closet y comprenderá que desde lo doméstico también se puede medir la economía de nuestro país porque si no podemos ampliar la posibilidad de escoger con qué vestirnos o calzarnos, entonces comprenderá que la economía no acaba de enrumbarse y eso seguirá dando dividendos a quienes con precios altos venden de todo a todas horas.

Vea también:

Buen padre, mejor persona