
El instinto de una madre no necesita ser comparado con ninguna de esas fuerzas que subliman y dictan la naturaleza. Su amor ostenta una fisionomía propia que abraza, estremece y fecunda destinos. Las palabras de mamá no envejecen y pugnan con lo biológico sobreviviendo a todas las edades de alma, habitando en los detalles de la eternidad y siendo ese constante asidero que nos suele acompañar desde que abrimos nuestros ojos y no veíamos nada, hasta la más leve de sus caricias que aún extrañamos cuando ella no ésta.
No hay imperios de comparación pues así como de la lava nacen montañas el sentimiento de una madre constituye una de las premisas de la existencia que ella moldea desde que nos entregan en sus brazos, aún adolorida y extenuada; para que siglos más tardes, aún con nuestras pupilas agrietadas, continuar escuchando sus palabras llenas de consejos, de valores y hasta de sugerencias casuales sobre dónde mirar al cruzar una calle.
Día de las madres constituye un símbolo formidable inventado por la especie humana para remarcar su obra, pero, el concepto de madre es intemporal e imperecedero; pues más allá que un detalle inolvidable en un calendario su presencia y sus recuerdos habitan por siempre en nuestros corazones.
A.P.
Mayo del 2023.
“LA PELEA”
Hablando de instintos maternales eternos.
En la pelea de Boxeo celebrada en septiembre del año 1989 entre Tony Wilson vs Steve McCarthy el primero estaba contra las cuerdas recibiendo una paliza de su oponente. En ese momento Minna Wilson, la madre de Tony quien se encontraba entre los espectadores se subió al cuadrilátero y se quitó un zapato comenzando a darle múltiples taconazos al otro boxeador por la cabeza.
Luego de ser sujetada por el arbitro y de su hijo increparle: Mamá que haces aquí arriba?!!! ? por alguna razón McCarthy se negó a proseguir la pelea y se declaró vencedor al aludido Wilson.
Nota Final: ese instinto es simplemente así, indomable e imposible de extinguir.
Vea también: