Foto: Joyme Cuan

La lectura es mi refugio espiritual, lo que no quiere decir que desprecie otros placeres, pero leer un buen libro puede conducirnos por el camino del conocimiento, de la distracción, en fin, por disímiles laberintos que nos hacen plenos. Pero no todos escogemos un libro, como tampoco coincidimos en los caminos que decidimos desandar.

En esos pensamientos andaba cuando reparé en que en varias ocasiones he visto el mismo camión blanco parado frente a la secundaria básica XI Festival, de Alamar. La curiosidad me llevó a llamar, y preguntar lo que me andaba en la cabeza, ¿aún garantizan la merienda escolar? La compañera que respondió explicó que no fallaba ningún día, y yo del otro lado de la línea, atónita, preguntaba y preguntaba, pues reflexionaba, con lo difícil de la comida y ese esquema se mantiene, pero fui más allá y llamé a una primaria para saber si el almuerzo en esos centros seguía ahí y recibí igual respuesta.

Y yo que andaba en una de las pasiones que me envuelven, en los libros y ya daba por borrado programas
vitales como la merienda escolar y el almuerzo de los niños pequeños. Y quise saber más, llamé a un preuniversitario de mi Alamar. Quería estar al corriente si todos los alumnos que aprobaron sus exámenes de ingreso tenían carreras aseguradas y recibí una respuesta increíble: “Los que no aprobaron también tienen posibilidades de estudiar otras carreras”.

Y entonces me dije: el Estado va por incrementar profesionales, que no solo permitirán el avance del país en todos sus caminos. ¡y mira como hay jóvenes que desprecian esas oportunidades!, sin sopesar que cuando sean mayores tiene que buscarse el sustento y al no estar dotados de conocimientos trabajarán en cosas que no les satisfagan. Y al mismo tiempo me preguntaba: ¿Cuántos futuros lectores se perderán de saber que leer es una pasión? Pero como soy una cabezota tengo un vecinito a quien le regalo libros y su abuela se los lee, por lo que por mi cuenta estoy tratando de no dejar en el vacío esa pasión por los libros.

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