Foto: Ariel Ley Royero

Ante la imposibilidad de estudiar en el preuniversitario porque aún no existía el plan de becas en el campo, un hermano y primo míos decidieron marchar desde su pueblito oriental a la capital para, como se dice, abrirse camino. Con sus 16 años, maleta en manos y con la dirección del pre donde esta periodista había cursado esos estudios llegaron una mañana a un centro de becarios de segunda enseñanza en el reparto Siboney.

Los atendieron y les explicaron que no había capacidad para ellos. Pero no contaron con que aquellos adolescentes habían decidido llegar a la Universidad y tenían que transitar por el preuniversitario.

Ni un paso atrás. Les quedaba una carta bajo la manga y decidieron usarla. Sin conocer las combinaciones de ómnibus debían atravesar toda La Habana y llegar a una dirección en San Miguel del Padrón, pues el
abuelo paterno les había dado por si enfrentaban alguna dificultad una misión.

Primero ellos tenían que probar que podían resolver el problema y solo si les era imposible “molestar a Angelita”.

Una llamada telefónica al gallego Fernández (José Ramón) planteando el problema. Un carro recogería a los tres. ¿Cuál no sería la sorpresa? A más de cinco décadas de esta anécdota, mucho reímos cuando mi hermano la relató a sus hijos.

Frente al preuniversitario estaba el director y todo el claustro esperando el carro con los nuevos becarios. Los mismos que habían dicho que no había capacidad los recibieron con una amplia sonrisa y hoy aquellos
pueblerinos son médico y profesor de Física.

Angelita era la madre de dos mártires de la Revolución, primos de los jóvenes de este relato, ¿Hubo necesidad de hacerlos pasar trabajo, de molestar a otras personas? Evidentemente no. Pero desgraciadamente aún suceden hechos parecidos.

Usted llega a algunos lugares, con cierto disimulo lo miran de arriba abajo tratando de adivinar quién es y pueden decirle tranquilamente que no hay plaza, que la persona que necesita ver está reunida, que
venga otro día, que lo que usted busca no hay, que los turnos médicos se terminaron, que vuelva el próximo mes, que el trámite que necesita se tarda. No nos equivoquemos. Todos necesitamos de todos.

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