Foto: Tomada de Redes Sociales

Como cada quien tiene su verdad, decidí preguntar a varios de mis conocidos si creían en la amistad entre un hombre y una mujer sin que mediara entre ambos las relaciones sexuales. Las respuestas fueron diversas.

A veces se sabe que sólo será un amigo, por tanto no transgrede los límites, mientras otros aseguran que es difícil que al final no lleguen más lejos con esa amistad.

Por supuesto, hay personas que afirman que un hombre y una mujer pueden ser amigos, quienes en cualquier circunstancia están a tu lado utilizan el teléfono, no anuncian la visita porque llegan cuando estás al borde del desespero, tocan la puerta y vienen a acompañarte. Saben diferenciar un abrazo del silencio necesario.

Hay amigos que se fundan en la infancia, otros en la adolescencia, en momentos de pérdidas, de felicidad, que han cavado trincheras juntos. Todo tiene un origen. Algunos que no están cerca pero te siguen los pasos, los que por algún motivo perdieron la comunicación pero no el olvido y buscan a otros para saber de ti; incluso los hay –tan fieles que sabedores de un lugar común donde trabajaron– que escriben con la esperanza de restablecer el vínculo.

Es una felicidad tener un amigo. Para que una amistad sea verdadera necesariamente no debe fundarse entre personas de un mismo sexo. No podemos llevarnos por los prejuicios, esos que no dejan vivir plenamente a los seres humanos. No olvide que si usted es capaz de ser buen amigo, los suyos seguro lo admirarán y seguirán su pasos. A veces un amigo es mucho mejor que el familiar más cercano. Me declaro partidaria de la amistad duradera entre un hombre y una mujer.

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