
No lo voy a guardar en una gaveta. Estará al lado de mis libros favoritos para cada noche como me es habitual, leer. Repasaré algunos capítulos, otros necesitarán una mirada diferente, pero estoy segura que mis sentimientos para con el prójimo serán superiores. Y algunos descubrirán cómo el amor se comparte, que es de familias, de amigos, de unos para otros, sin distinción de razas, sexos, creencias religiosas.
Nací en el campo, de una familia donde predominaban los varones, mis padres sin imposiciones establecieron la equidad. Todos los seres humanos serían respetados. Recuerdo a una vecina que –antes de 1959 había ejercido la prostitución– mamá nunca la señaló como diferente. Había que ayudar a su completa integración en la nueva sociedad.
Cuánto diera porque mis padres (fallecidos) supieran que al igual que ellos disfrutaron sus nietos y bisnietos dentro de unos días este pueblo aprobará un documento mayor. El Código de las Familias refrenda el derecho de los abuelos a estar con sus nietos, disfrutar de su presencia física y compañía.
Según el artículo 134 inciso e) como parte de la responsabilidad parental a desempeñar por ambos padres, “respetar y facilitar el derecho de sus hijos a mantener un régimen de comunicación familiar con sus abuelas y abuelos y otros parientes o personas con las cuales tengan un vínculo afectivo significativo”.
Pero hay más para personas como yo, de la tercera edad, establece que el Estado, la sociedad y las familias tienen la obligación de proteger, asistir y facilitar las condiciones para satisfacer las necesidades y elevar la calidad de vida de las personas adultas mayores.
No voy a guardarlo en una gaveta, lo leeré y estén seguros que cuando termine las letras serán un amasijo de tinta con un saldo a favor. Seré mejor persona.
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El vigente y muy bueno tambien