Foto: Archivo de Tribuna de La Habana

Aquella colega era una experimentada profesional, con muchas horas de vuelo y pericias en el oficio, cuando
un cero de más convirtió en millones una cifra publicada el día anterior en estas mismas páginas, que la llevó a confirmar que al mejor escribano se le va un desliz.

El número en cuestión hizo crecer, de manera exponencial, nada más y nada menos que la producción de cemento de ese año. Quizás la intensa rutina productiva en una publicación diaria como éramos entonces,
no dejó ver el error garrafal que por demás encabezaba el titular de la primera plana de aquella mañana
de miércoles.

Lo cierto es que los dígitos pasaron inadvertidos ante los ojos de cada uno de los integrantes a cargo de seguir un trabajo, desde que nace hasta que se le da el OK para entrar a imprenta. Sin embargo, para alguien con una agudeza excepcional en el análisis de los números, y conocedor de ese tema tan ligado al desarrollo del país, no pasó inadvertido. Su llamada, personalmente, a la redacción de Tribuna de La Habana, desató esta anécdota que los más antiguos solemos recordar.

“Para hablar con algún jefe, por favor”, dijo alguien del otro lado del auricular. “Están en el quinto piso (es el correspondiente al área de impresión)”, le respondió uno de los más avezados diseñadores e ilustradores
que tuvo esta publicación. Y acto seguido le preguntó el nombre. “Soy Fidel”.

Cuentan que nuestro compañero logró subir las escaleras en fracciones de segundos y a uno de los directivos de aquel momento solo atinaba a decirle, entre palabras entrecortadas y en un puro nervio: “Fidel está al teléfono… Fidel el de verdad, el de verdad”.

El intercambio con el Líder Histórico de la Revolución Cubana constituyó una lección inolvidable para los tribuneros, quienes en su llamado de atención apreciamos el interés por que siempre ofreciéramos al pueblo información veraz, y extremáramos los cuidados cuando de cifras u otros temas de alcance social se tratase. Desde ese momento corroboramos que un minucioso lector seguía nuestras páginas.

Ver además:

Fidel: Evocación necesaria