Ni con discursos ni improvisaciones, sino con la creación de riquezas, de bienes materiales para que las personas encuentren satisfechas sus necesidades, se asegura la prosperidad y sostenibilidad del socialismo cubano. La idea remarcada por Ulises Guilarte De Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), debe constituir un acicate para el trabajo cotidiano del sindicato.
Con la mirada puesta ahora en las sesiones finales del XXI Congreso de la organización – en abril de 2019-, los líderes de los diferentes gremios están llamados a demostrar, con “voz propia y sin aceptar lo que siempre nos dice la administración”, su capacidad en términos laborales, económicos y jurídicos.
Durante la Conferencia Provincial de la CTC en La Habana se reconoció cuánto falta todavía para perfeccionar la política de cuadro, ganar en autoridad y desterrar el concepto aún imperante en no pocos de que la gestión sindical es algo formal y carente de legitimidad.
Edificar un sindicato que no sea populista, sino que defienda a los trabajadores es una ardua tarea, máxime si se tiene en cuenta que de cada 100 trabajadores en el país, 25 son de la capital, donde también radican los más importantes centros de investigación y de salud, además de concentrar sectores protagónicos en el ámbito de la producción material, los servicios, la docencia, entre otros.
Si bien un alto porcentaje de afiliados confía en la organización, deviene alerta para el movimiento obrero saber que muchos juzgan su desempeño con matices muy críticos; otros inclusive cuestionan su validez. Estas opiniones, al decir de Guilarte, no pueden desconocerse si aspiramos a un sindicato con mayor facultad para proponer en la esfera de la legislación laboral y que se inserte en la definición de las políticas del país, máxime cuando en Cuba ha ocurrido una recomposición del empleo.
Tras enaltecer el papel de los trabajadores en las labores por el 500 aniversario de la ciudad, Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Partido en La Habana, comentó su orgullo por la clase obrera con que cuenta la capital, en la cual se sustentan los destinos de la Revolución y de la Patria.