
Dicen que el tercer domingo de cada mes de junio tu espíritu sale a vagar y se para detrás de esta butaca vieja donde solías contarnos historias con moralejas incluidas. Que sonríes cuando me ves allí sentado, en el mismo espacio que fue tuyo, tratando de moldear el carácter de mis hijos que son tus nietos, mientras les acaricio el corazón como tantas tardes en días como estos me hacías a mí también.
Dicen que en esta reunión familiar estás ahí envuelto en una paz eterna y que vuelves a escarbar en mis entrañas para asegurarte que siguen ahí las semillas del amor y la gratitud que te dedicaste a plantar durante todo el tiempo que estuviste en este mundo.
Me cuentan que sientes orgullo y suspiras aliviado, que te paseas entre nosotros y bailas al ritmo de aquellas canciones antológicas que te inspiraban; que nos abrazas y hasta puedes beber un sorbo de cualquier vaso de este ron cubano que alguien dejó en una esquina de la mesa.
Me consuelan diciéndome que estás feliz, que allá en esa dimensión lejana donde reposas siempre tienes una sonrisa en el rostro porque sabes que nosotros los mortales sobrevivimos gracias al testamento que dejaste, ese que estuviste escribiendo con sudor a través de los años y que nada tiene que ver con cosas materiales.
En este tercer domingo de junio me pueden decir muchas cosas y soy capaz de aparentar que el tiempo ha calmado el oleaje que dejó tu ausencia, puedo mantener cerrada esa caja donde se golpean agitados el dolor y otros sentimientos extraños que nacieron el día que te fuiste, porque eso también me lo enseñaste cuando dejabas en el jardín los demonios de esta vida para inundar nuestra casa con un optimismo brutal y placentero.
La verdad no sé si estás aquí hoy. No tengo evidencias que regresas porque no siento ese olor de tu uniforme verde olivo sudado de un fin de semana de campaña, ni tu barba desordenada pinchándome la cara con un beso largo; tampoco percibo tu aliento ni puedo escuchar tu voz contando historias increíbles, pero si este día estás aquí por algún rincón, aprovecho para decirte que te extrañamos mucho. Felicidades papá.
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Compadre muy emotivo tu escrito. Un poco tarde, pero hoy es que lo veo. Soy de Oriente y estaba escudriñando en la red en busca de informaciones de otras provincias y acá lo encontré. Estoy acostumbrado a leer sus escritos sobre deporte y le veo aquí en otra faceta de la que no somos ajenos, pues nacimos de una familia en la que hubo un padre que nos engendró y luego extendemos nuestra semilla. Todo lo que toca la familia, para mi me es muy emotivo, pues para mi tanto la que ¿dejé atrás? valen más que cualquier riqueza material Saludos y mis respetos a los que son padres al igual que yo