
Para no pocos la pandemia de la COVID-19, lejos de resultar un descanso o pausa de las responsabilidades laborales, significó un cambio radical en las dinámicas para continuar ofreciendo a la sociedad servicios imprescindibles tales como la medicina o la información.
En la foto que acompaña a esta crónica podemos apreciar cómo ambos sectores, en la maravilla del proceso que está siendo la intervención sanitaria con el candidato vacunal Abdala, se funden para continuar la batalla. En la tarea diaria de compilar historias, visitar las zonas más afectadas, conocer testimonios de quienes han mirado a los ojos a la vida, dilucidamos la valía de nuestra sanidad.
Hoy en el mundo las grandes potencias comercializan las vacunas incluso antes de buscar inmunizar a su población. ¿Qué dirían si Cuba ofreciera ese servicio? Y seguro nuestra Soberana, Mambisa o Abdala también saldrán al exterior, porque no está mal compartir, pero siempre desde la solidaridad y el amor.
La promesa de seguir cumpliendo con las normas sanitarias debe mantenerse y extenderse a quienes aún no comprenden la gravedad de las circunstancias. Que no se vean las madres obligadas a despedir a un hijo por descuido de un saludo perdido, hermanos separados por aislamientos, familias cercadas en la desesperanza luego del jolgorio. Hoy debemos aprender a continuar queriéndonos en la sana distancia.
Varias generaciones de seres con sus batas blancas en nuestra Isla se alzan cada mañana venciendo la muerte a golpe de pura libertad. Jeringuillas llenas de historia y puro esfuerzo son los machetes de esta guerra moderna contra la enfermedad. No cabe otra opción más que vencer e inmortalizar desde nuestras pupilas, lentes o redes sociales ese instante de comunión con la vida.
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