
Hay desabastecimiento en la red de comercio del país; es un hecho evidente que se puede constatar por las colas interminables que se forman en diversos locales, sea cual sea el producto que esté a la venta.
Sin embargo, en tiempos en que la COVID-19 arremete sin piedad contra quienes no guardan el debido distanciamiento social, nada justifica que en esas largas filas el espacio entre una persona y otra sea notablemente minúsculo.
La causa, a simple vista, parece tener su génesis en la propia insuficiencia del –o los– objetos que necesitamos comprar, pero también tiene un trasfondo psicológico provocado por más de una particularidad afín a estos escenarios.
Amelia, una mujer de mediana edad de Altahabana, confiesa que no se aleja de quien le antecede en la cola porque “de un momento a otro piden los carnés de identidad y hay que estar atentos para que nadie se haga el gracioso”.
Por su parte, Yuri, de Centro Habana, dice que “al mercado se entra por grupos y, si no mantienes tu puesto
bien cerca de quien va delante, entonces los pillos aprovechan el espacio para colarse”.
Con probabilidad la mayoría de quienes cotidianamente somos parte de una cola apenas nos demos un respiro para reparar en el porqué, generalmente, estamos más cerca de otra persona que lo recomendado por las autoridades de Salud. Es como un reflejo –casi siempre bien fundamentado– que nos pone en guardia constante ante posibles “invasores”.
La indisciplina endémica, a veces tan arraigada que se confunde con otras causas, también contribuye a
que estemos bien pegaditos en las colas. Pero lo cierto es que ante el acecho del SARS-CoV-2, y conociendo la gravedad de los daños que puede causar, valdría la pena ser consecuentes con nuestro propio cuidado y el de los demás, en aras de preservar la salud y la vida. El síndrome del “semecuelan” se puede controlar con relativa facilidad, la COVID-19 suele ser más difícil de curar.
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El sábado mi esposo fue a comprar las dichosas papas, vivimos en la virgen del Camino, SMP, y en varias ocasiones tuvo q imponerse ante los descarados q incluso te agreden verbalmente pq "ellos van ahi" justamente delante de quien ellos "calculan" no será un problema y se "dejará (por evitarse un problema) meter el pie... Y no falta el q se acercó a la multitud vociferando q" andaba asintomático " y q no iba a meterse 3 horas esperando".... Ya se q este municipio no es fácil, aquí hay q convivir con unos elementos q como dice arturita:"le retraquetinga la tea".... Y yo me pregunto: donde queda el respeto a las personas q llevan desde las 7 o antes allí de pie marcando para comprar las papas? Encima con ese perro sol?, pues nada ese respeto está perdido igual q todo lo q se ha desaparecido.... Bueno en fin, el pobre parecía q había estado caminando desde las 7 hasta las 4:30 pm por un desierto con temperaturas extremas pues cogio tremenda insolación.... La verdad uno queda puesto y convidado a incluso ir a comprar lo q el estado asegura esta normando y te corresponde por tu núcleo familiar... La verdad así no vale la pena.. Y mucho menos sin nadie q controle al pueblo...
No soy adicta a las colas. Salgo salvo alguna necesidad, claro hago cada dos días la cola del pan sobre las 5pm para comprar pan para la familia. Las otras colas en tiendas se ha hecho muy difícil pues vivo en el Cerro , pegada a la Vía Blanca colindante a 10 de Octubre pero no podemos comprar en La Estrellita tienda en la cual habitualmente todo el barrio ha comprado. Nos queda cercano el Cupet de Agua Dulce pero nunca se encuentra abastecido, no se el motivo y más en estos tiempos. Cuando hay algo no me entero a no ser que vaya de camino y el otro día que pensé eran 15 personas se coló una fábrica de la acera de enfrente. Al final no entendí nada, del otro lado es 10 de octubre y se abastecen de esa tienda en el Cerro, así se lo hi e entender al Jefe del Consejo pero le dio lo mismo. En cuanto al tema no se el por qué cuando van llegando y marcando las personas no le van entregando el turno, así se evitaría la aglomeración y los colados, que tanto molestan. Además se exige mucho el uso del cloro en manos y pies, pero nos llevamos en cada carné la Covid, algo con lo que síempre he estado en contra, pero desgraciadamente se ha vuelto un hábito.