En Cam Lo, antes base militar yanqui, Fidel se encontró con el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur. Foto: Tomada de Cubadebate

Las descubrí sentadas alrededor del lago en el reparto habanero de Siboney. Cubiertas con pamelas de las que sobresalía un pelo negrísimo, largo. Nunca conversamos por la barrera del idioma. Ellas en una orilla y nosotras en la otra. Era finales de la década de los 60 cuando llegaron a Cuba para estudiar, y luego de la victoria desarrollar el país.

Estuve cuando Fidel, en un acto en la Universidad de La Habana, pronunció la frase que aún estremece…: "estamos dispuestos a dar nuestra sangre”, y un aplauso colectivo que recorrió toda la ciudad fue la respuesta del pueblo cubano.

En la universidad de Santiago de Cuba, otro grupo, pero de hombres, serían ingenieros, no conversaban, solo reían a nuestro paso.

Años después, Puri (mi esposo) visitó ese país lejano del que trajo tantas anécdotas que aún mantengo en la memoria y el corazón, ya no era verlos o verlas desde una distancia. En el mapa un pueblo lejano, que Puri, lo que leí y Fidel me enseñaron a querer. Laborioso, agradecido, solidario.

Corrían los años noventa cuando al NTV, donde trabajaba, llegó una estudiante para hacer sus prácticas. Hubo un intercambio y un día nos invitó a la beca para hacernos un brindis.

Descubrí recetas increíbles con los vegetales que cosechamos, solo que son dos culturas diferentes. Cuando hablan de Vietnam escucho todo. Es como si llegara un telegrama de un familiar que hace mucho no veo.