Un encuentro fortuito con tres delegadas de la Asamblea Municipal del Poder Popular en La Habana del Este me hizo volver a ver el vaso medio lleno. A una le pedí que incluyera a mi hija en el grupo de WhatsApp con el cual no solo los electores “que le tocan” están al tanto de unos cuántos qué y por qué y, por supuesto, cuándo corresponde comprar el módulo en el quiosco. Ella, más apasionada que las restantes, y todas con unas ganas de hacer que dan envidia y justifican sus tantos seguidores.

Casi una hora de conversación fue suficiente para conocer acerca de diligencias dilatadas e infructuosas por falta de respuestas y soluciones que tienen que “venir de otro nivel”. Otro día podremos abundar sobre las reiteradas y sempiternas críticas de que el delegado carece de recursos para, por sí solo, llevar el barco a puerto seguro. La gestión del gobierno tiene que ser multidisciplinaria, en equipo. Es obvio que donde fallen los eslabones irán en espiral los problemas e insatisfacciones.

Lo que hoy motiva este comentario es el criterio del lector Enrique Iván, muy reverente al respetar los criterios vertidos por esta periodista en la sección de Opinión, si bien su percepción es diferente y así lo consigna: “(…) en las condiciones actuales muy pocos delegados de circunscripción pueden pararse ante sus electores, si es que alguien acude a su convocatoria, para explicar algo. Ver para creer”.

Precisamente mi reflexión en comentarios anteriores ha sido la necesidad de sacudirse la inercia, el desánimo, a no ver todo negro con pespuntes grises. Los dos primeros párrafos no son ficción. Son mujeres de carne y hueso que “están en todas”, como decimos en buen cubano, aunque su convocatoria no siempre es respondida con masividad, y algunos de quienes tienen que respaldarlas tampoco lo hacen con la celeridad necesaria.

Sí hay delegados que funcionan. Y los conocen en el barrio. Y los siguen cuando se puede solventar un problema con iniciativas locales. Y los respetan, pues saben que por ellos no quedó el trámite o la búsqueda de información y posibles soluciones. Lamentablemente hay otros cuyas actitudes distan de las funciones para las que fueron elegidos, o “se les acabó muy pronto la gasolina” para echar esa pelea diaria. En todos los casos hay entes y organizaciones obligadas a mantener uno de los pilares de nuestro sistema electoral.

Me detengo en la lucha cotidiana porque es su razón de ser. Las reuniones de rendición de cuenta constituyen una pausa para evaluar, intercambiar, adoptar acuerdos. Así será a partir del 20 de septiembre
próximo, cuando comenzará otro ciclo de esos encuentros en la comunidad. Quiénes y cuántos asistan dependerá del compromiso individual y la movilización colectiva, con el delegado a la cabeza.

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