Aseguraba con una interrogante que el femicidio se puede evitar; fundamentalmente en las etapas más incipientes, es decir, cuando comienzan gradualmente las agresiones físicas, psicológicas, sexuales, económicas contra la mujer en cualquiera de sus edades  y contexto, sea doméstico o no.

En otras palabras, “cuando el hombre comienza a desmontar sexistamente su disfraz de respeto y cariño para sacar a la luz entonces su verdadero personaje empoderado y soberbio”, es precisamente ahí donde deben ejecutarse respuestas contundentes y categóricas pues el feminicidio en múltiples casos es el resultado de la tolerancia y de la permisibilidad gradual de conductas vejatorias que se incuban acumulativamente en detrimento de la pareja.

Desde un enfoque patrio, La Ley Fundamental refrenda en su articulado la proscripción a la violencia de género en cualquiera de sus expresiones.  Nuestro gobierno ha diseñado además  y puesto en ejecución un sólida y amplia  política de medidas contra la discriminación y exclusión  de la mujer.

Un ejemplo  consistente es la implementación  del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM) mediante el Decreto Presidencial Número 198-2021 que como define el primeros de sus postulados: “resume el sentir y la voluntad política del Estado Cubano y constituye la piedra angular en el desarrollo de políticas a favor de las mujeres, al tiempo que da continuidad  al avance y desarrollo de la igualdad de género en el país, en tanto institucionaliza este derecho”.

El Primer Secretario del Comité Central y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez enfatizó, recientemente, en la clausura del Onceno Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que “(…) para el Estado, un solo caso (de femicidio) resulta alarmante e inaceptable, -pues se trata de personas, de seres humanos, de vidas que han sido tronchadas, laceradas, como resultado de la vigencia de patrones denigrantes  de un patriarcado incompatible (…)”

Ver además:

Feminicidio: Ni con el pétalo de una rosa (I)