“En una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario”.
George Orwell

La verdad debe ser una luz que ilumine el camino de la vida. Sin ella, nos perdemos en la oscuridad de la ignorancia, el engaño y la falsedad. Brújula que nos orienta hacia el bien, la justicia y la paz, sin ella, nos desviamos hacia el mal, la opresión y la decepción. Es una flor que perfuma el aire con su fragancia. Sin ella, nos ahogamos en el hedor de la corrupción, la mentira y la hipocresía.
Pero la verdad no es fácil de encontrar ni de mantener. Hay muchas sombras que la ocultan, ruidos que la distorsionan, intereses que la manipulan. Existen quienes le temen, la niegan, la traicionan. Otras fuerzas la atacan, la debilitan, la destruyen. Realmente es una joya preciosa para cuidar, proteger y defender, un tesoro que hay que buscar, descubrir y compartir.
La verdad nos hace libres, nos hace humanos, nos hace felices. Nos une, enriquece, trasciende. Nos desafía, transforma y eleva. Es el sentido de nuestra existencia, el fundamento de nuestra convivencia, el horizonte de nuestra esperanza; el valor supremo, el principio universal, el fi n último. La verdad es el don más grande, el deber más noble, el reto mayor.
En un mundo cada vez más lleno de fake news, paparazzis sin ética ni principios, manipulación de noticias, imágenes falsas realizadas con inteligencia artificial, nos hallamos a veces abrumados ante tanta ignominia.
Recordemos al Apóstol: “La verdad es como el sol, no se puede ocultar por mucho tiempo”. Y esa es la realidad, podrán pasar algunas vueltas del Sol, pero la verdad al final saldrá victoriosa. Seamos mejores personas, mejores periodistas y vayamos con la verdad de cara a la luz.
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