La realización de Ferias municipales contribuye a la búsqueda de nuevas producciones locales. Foto: Raquel Sierra

Estamos a punto de despedir un año difícil, marcado por la escasez, el bloqueo y el autobloqueo. Un año en el que hemos enfrentado las consecuencias de una crisis económica y social que nos afecta a todos, en el cual algunos se aprovechan de la situación para lucrar, para dividir, para desanimar.

Se ha visto afectada la salud, la educación, la seguridad económica de familias que trabajaron con la esperanza de un futuro mejor. Y es el bienestar el que sostiene a una sociedad, sin él es duro lidiar con el descontento.

El bloqueo histórico de Estados Unidos se ha recrudecido con una crueldad que no contempla piedad alguna, la hostilidad de esos gobiernos no tiene límites. Hemos tenido que resistir invasiones, sabotajes, injerencias de todo tipo, fake news, agresiones, shows mediáticos plagados de mentiras, impidiendo el acceso a medicinas, alimentos y combustibles. El autobloqueo interno ha frenado las reformas, la iniciativa privada y la participación ciudadana. El oportunismo fomenta el mercado negro, la corrupción y la indisciplina social.

Pero también ha sido un año de resistencia, de solidaridad, de creatividad, en el que hemos demostrado que somos un pueblo unido, valiente y culto. Un pueblo que no se rinde, que no se deja engañar, que no pierde la esperanza. Sabemos que la solución está en nuestras manos, en nuestro trabajo y voluntad, en la batalla más crucial contra el desvío de recursos y la corrupción.

Tenemos un pueblo que ha respondido con heroísmo, sacrificio, conciencia y humanismo. Hemos visto cómo se ha apoyado a los más necesitados y a los más afectados. Se ha innovado con ingenio y arte, creando nuevas formas de producir, de comunicar y de batallar según la fuerte realidad económica que se enfrenta.

Por eso, al recibir el nuevo año, no debemos olvidar lo que hemos vivido, aprendido, logrado. Pero tampoco conformarnos con lo que tenemos, lo que somos, o hacemos. Debemos aspirar a más, a mejor, a diferente. Hay que tener fe en el futuro, pero también compromiso con el presente. Levantar nuestro país debe ser la prioridad. No nos espera un dulce 2024, sino un año de rigor y mucha entrega, amor a la patria y no perder la esperanza ni rendirse jamás ante la adversidad.

No soltemos el sable sin comenzar la batalla; no dejemos que la desidia y el desencanto ganen. Vale la pena seguir adelante con la frente alta y las ideas claras para que quizás en 2025 podamos enorgullecernos de haber crecido como personas, como país y arrancar de una vez por todas, la ineficiencia, las malas decisiones y hacer el salto económico que necesitamos en todos los sectores. Lo fundamental es no rendirnos jamás hasta lograr la Cuba deseada por todos sus hijos. Feliz 2024.

Ver además:

Desafíos del pueblo de Cuba para el 2024