“Con su faro como un cíclope encendido cual una lámpara eterna, señala el horizonte de La Habana en la noche…”
                                           Eusebio Leal

 

¿Cuántos acontecimientos habrá visto pasar, a través del tiempo y ante su inmutable mirada, el Faro de nuestra Habana? Este guardián de la ciudad tiene un alcance de 18 millas náuticas con dos destellos de luz cada 15 segundos, conjuntamente con el Morro son símbolos de La Habana a nivel mundial.

Comenzó a utilizarse como Faro desde 1764, pocos años después de la construcción del Castillo del Morro. Era una torre, en sus orígenes, de cal y canto de 10 metros de alto y la leña fue su combustible.  Pero el 21 de junio de 1845 el anciano faro se sustituyó por otro de sillería con 45 metros de altura sobre el nivel del mar, este es el mismo que apreciamos en la actualidad.

Foto: Joyme Cuan

Claro que un siglo más tarde, a `partir de 1945, al fin pudo ser electrificado junto a todo el sistema del Morro. Tiene una cúpula octogonal de metal con cristales diseñados para guiar a buques y aviones. Una pequeña puerta da acceso a la añeja escalera de caracol, la cual posee 170 peldaños que nos llevan hasta una hermosa vista de La Habana Vieja.

Luego de iniciarse su restauración en 1986, el Castillo pasó a integrar, junto con la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.

En la actualidad da la bienvenida a los cruceros y otras embarcaciones de menor porte. El Morro y su Faro pertenecen a todos. Ellos aún seguirán retando tempestades, huracanes y, sobre todo, al implacable tiempo, por muchos siglos más; embelleciendo las costas en su mirada al mar, y aprehendiendo en ese encanto irresistible a todos los que posan sus ojos en él.