“La ética consiste en conjugar la justicia con la felicidad”.
La ética se relaciona muy estrechamente con la moral, pero es diferente a esta. Mientras la moral se refiere a normas adoptadas por tradición, la ética es una disciplina que reflexiona sobre cuáles acciones serían correctas. Por ello, en el lenguaje común, la ética también puede ser entendida como el sistema de valores, el cual guía y orienta el comportamiento humano hacia el bien.
Digamos que es el arte de vivir de manera correcta. La brújula que nos orienta en el mar de la existencia, el faro en la noche de la incertidumbre, el timón que nos puede guiar en la tormenta de las decisiones.
Es también un puente para conectarnos con los demás, el espejo cuyos reflejos somos nosotros mismos, un lienzo donde pintamos nuestro destino. Ese árbol da frutos de bondad, es un río que fluye hacia la imparcialidad, el jardín donde florecen la virtud y la justicia.
Pero la ética no es algo dado, ni algo fácil. Es una construcción humana, una búsqueda constante, una tarea ardua. Requiere de razón y de sensibilidad, de conocimiento y de experiencia, de voluntad y de libertad. Implica dilemas y conflictos, dudas y errores, responsabilidad y consecuencias.
Desafía nuestras creencias y valores, nuestros intereses y deseos, hábitos y costumbres.
No es una ciencia exacta, ni una norma universal. Es una disciplina filosófica, una reflexión crítica, una propuesta personal, la cual se nutre de la diversidad de perspectivas y de contextos, de la pluralidad de argumentos y criterios y la riqueza de testimonios y ejemplos.
Se expresa en el lenguaje y acción, en el pensamiento y sentimiento, en el arte y la cultura.
Una invitación a pensar por nosotros mismos, sin copias ni similitudes, sentir con los demás y actuar con coherencia. La ética es una aventura apasionante, una obra maestra inacabada, una obra de arte en progreso que todos debemos acatar y tener orgullo de ser éticos para con los demás, colegas, amigos, compañeros, familia. Además de serlo en el trabajo y el estudio.
Es una magnífica oportunidad para crecer como personas, para mejorar como sociedad, para contribuir al bien común.
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