Foto: Tomada de ACN

“La cortesía es como una flor que nunca debe marchitarse, sino que se renueva cada día con el rocío de la bondad”. Así lo dijo una vez el escritor francés Jean de La Bruyère, y tenía mucha razón. La cortesía y también la educación son virtudes que nos hacen más humanos, sensibles, solidarios. Con ellas se expresa respeto, consideración y amabilidad hacia los demás, especialmente hacia los más vulnerables: los ancianos, los enfermos, los discapacitados, las mujeres embarazadas…

Hay ancianos que están solos, viven solos, sin ayuda de alguien que les facilite esas tareas tan engorrosas,
¿por qué no extenderles el brazo y darles paso?, hacerlos prioridad. Que se sientan respaldados, respetados por una sociedad educada que sabe valorarlos. Todos llegaremos ahí, y la pregunta es: ¿qué sociedad quisiéramos tener entonces, una que nos ignore, discrimine, no tenga piedad ni miramiento con esas edades o minusvalías o una en la cual nos sintamos seguros de que se empatiza con nuestras edades y circunstancias?

En estos tiempos difíciles que vivimos, donde la escasez y el egoísmo parecen dominar el panorama, la cortesía es más necesaria que nunca. Es un rayo de luz que ilumina la oscuridad, una gota de agua que alivia la sed, una brisa de aire que refresca el calor. Es un gesto sencillo, pero poderoso, que puede cambiar el ánimo de una persona, puede hacerla sentir valorada, apoyada, querida.

No cuesta nada al igual que la buena educación, pero valen mucho. No requieren de grandes recursos, sino de pequeños detalles. Un saludo cordial, un agradecimiento sincero, un permiso educado, una disculpa humilde. Un asiento cedido en el transporte público, una mano tendida en la cola, una sonrisa amable en la calle. Estas son algunas de sus manifestaciones, y hacen el contraste entre la indiferencia y la empatía, entre la rudeza y la gentileza, entre la agresión y la paz.

No pueden ser modas pasajeras, ni costumbres anticuadas. Son una actitud permanente, que se cultiva desde la educación formal y se practica en todos los ámbitos de la vida. Es una manera de ser mejores personas, de contribuir al bienestar común, de construir una sociedad más justa y democrática. Son como árbol renovado a cada instante con el rocío de la bondad. Y tú, ¿quieres ser parte de ese rocío?

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