Iba caminando por la acera frente al edificio donde vivo y en sentido contrario pasaba el lector cobrador de la electricidad y le dije: “Yo soy el 39” y él respondió con una sutil interrogante: “¿Usted cree que le puse consumo de más en el recibo?”, y reiteré: “Soy el 39…”. No hubo más palabras, él sabía que ese mes el gasto que había reportado no era el real.
En otra ocasión en una tienda de víveres donde se compraba en CUC, apunté en un papel todos los precios de los productos que iba a adquirir. Cuando salí, me detuve delante de quien, en la puerta, revisa los comprobantes -aunque solo los mira y hace una marca- le enseñé mi papel con los precios y le comenté: “Si usted revisara bien, observaría que los garbanzos tienen una multa…” y ahí mismo se formó.
Han pasado varios años y no he perdido la costumbre de mirar todo lo que respecta a información al consumidor; lo que no quiere decir que no me timen en otras áreas de la vida cotidiana: Precios adulterados, falta de menudo para dar el vuelto, la no presentación de precios en vidrieras (y usted se entera con el dependiente), sin olvidar la salida de equipos –para realizar labores profesionales con medios costosos, de los centros laborales-, sin el debido documento de autorización. Por supuesto, muchas veces en la confianza viaja la corrupción.
Los partícipes de ella obtienen jugosos beneficios. Cuando una persona se corrompe es capaz de provocar perjuicios severos a la economía, no solo por robar uno u otro recurso, sino al cometer delitos que propician la actividad subversiva y ponen en riesgo la ejecución de proyectos estratégicos.
Desgraciadamente la corrupción se agudiza por la falta de exigencia administrativa y el incumplimiento del control de las personas responsabilizadas con proteger esos recursos (de todo tipo), por lo que son la verdadera fuente de las causas y condiciones que viabilizan el desvío, incluso a producciones y servicios no estatales, además de una larga fila relacionada con la tipicidad de los sobornos y abusos de cargos.
Es innegable la participación ciudadana porque las personas vinculadas o participantes de estos delitos no pueden ser detectados. Solo pueden detectarse a partir del nivel de vida de los involucrados quienes alegan disímiles pretextos de cómo fueron adquiridos. Muchas veces los cambios que exhiben en sus niveles de vida (extremadamente alto) corresponden a bienes y beneficios que evidentemente no son contabilizados en el gasto del salario (ni siquiera el de toda la familia) y, en otras, responden a la evasión fiscal. Aún queda mucha tela por donde cortar cuando de este tema dialogamos.
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La pregunta clave y que nadie contestará, aunque saben la respuesta es, ¿hasta qué "niveles" llega la LA CORRUPCIÓN, solo en la Base o......?