Foto: Ilustración: Osval

“Que no hay por eso más razón en lo que dices. No me grites”

Nunca he tenido una explicación certera de por qué esta canción del comandante Juan Almeida acude a mi mente cuando escucho una porfía de cualquier contenido. Su letra aborda un tema polémico de las relaciones de pareja. Sin embargo, esta vez quiero referirme las llamadas malas palabras o palabrotas. Y lo digo, quiero centrarme en las palabrotas.

Interpretada por Beatriz Márquez, me viene a la mente cuando oigo a alguna persona difundir improperios a otra, fundamentalmente con palabras obscenas que últimamente están tomando mayor auge entre las mujeres, de todas las edades, aunque predomina las más jóvenes. Es increíble cómo se habla de esa forma en cualquier conversación incluso cuando no media una disputa.

Tomé como pretexto esta canción lo cual no quiere decir que la letra sugiera un altercado con palabras obscena en una discusión conyugal, familiar o de u otro tipo de relación donde medie el amor de pareja. Pero es muy común ante cualquier tema, oír, en paradas, en plena calle, lo inimaginable no solo en pequeños grupos o en conversaciones por móvil.

Las llamadas malas palabras fueron ganando carta en nuestros espacios públicos, en una cola desordenada, en centros gastronómicos y recreativos, en trifulcas domésticas o callejeras… y hasta en instituciones educativas. El lenguaje sucio de muchas personas denota una pésima o nula buena educación.

Pensando que esta manera de hablar en muchas mujeres y digo mujeres porque en los hombres no se escuchan con tanto furor llamé a una sicóloga amiga quien al comunicarle el interés por saber si las llamadas modas es un relajamiento de las formas de comportamiento respondió que sí y es la sociedad la que debe tomar algún curso en ello, y que es la familia quien tiene la mayor responsabilidad con sus congéneres.

porque los celos han hecho blanco en ti
y te hacen daño.
Si no hay amor ni querer, ni dulzura ni bondad.
Y en eterno reproche viviré por lo que hice.
Merece que pongamos el punto ya final
y en este instante digámonos adiós
porque es mejor para los dos
ya para siempre.

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