
En estos tiempos difíciles, donde la crisis económica, social y sanitaria azota al mundo, hay una palabra que resuena con fuerza: solidaridad. La capacidad de ponerse en el lugar del otro, de compartir penas y alegrías, eso es solidaridad y empatía; ayudarlo en sus necesidades y apoyarlo en sus aspiraciones, es una virtud que nos hace más humanos, más patriotas y únicos.
Comprometerse con las causas justas y participar activamente en la transformación social, ser generoso y desinteresado, sin esperar nada a cambio ni buscar el reconocimiento. Es lo que demuestra, la sensibilidad por el sufrimiento ajeno y no solo desde la contemplación sino actuar en consecuencia.
En estos tiempos, en los cuales se precisa defender los valores que nos identifican como nación, hablamos de la importancia de ser solidarios.
Dejar a un lado los prejuicios que destruyen las relaciones y la unidad. Resaltar aquellos que nos hacen sentirnos parte de una comunidad, de una nación, de la humanidad, en el más amplio concepto Patria de José Martí.
No se trata solo de tener un sentido de pertenencia, sino de asumir una responsabilidad colectiva y de contribuir al bien común. También es ser leal y respetuoso, sin traicionar los principios ni los valores que nos unen.
Además, es ser humilde y compasivo, sin juzgar ni condenar a nadie. La solidaridad es el nombre de la virtud que nos hace más humanos, más patriotas y mejores. Es el camino de la luz que nos lleva a la fraternidad, a la unidad y a la felicidad.
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