“¡Ah! ¡Qué culpa tan grande es la de no amar y mimar a nuestros ancianos!”.
José Martí (Patria 28/12/1893)
Nuestro país tiene una gran cantidad de personas mayores. De hecho, es un país envejecido. Esa llamada tercera edad, que incluye gran parte de nuestra población y que, sin embargo, muchos continúan trabajando, dando su aporte a la sociedad, enseñando y hasta han aprendido las nuevas tecnologías y por ello se ha comenzado a usar el término sexalescencia, pues son muy diferentes a los de antaño.
Pero hoy quiero referirme a los ancianos que ya jubilados permanecen en sus casas y asumen las tareas de
colas y nietos. Esos, que son un tesoro de ayuda en la familia, de sabiduría, y, sin embargo, pocas veces valoramos justamente.
Algunos sufren violencia por parte de su familia, porque la violencia no solo es pegar, es maltratar de palabra, menospreciar, no pedir ni escuchar su opinión, no conversar con ellos y tenerlos sumidos en una soledad acompañada, donde son ignorados y no son tomados en cuenta para nada.
He visto a un anciano llorar y eso me ha desgarrado el alma, su familia ni le dirige la palabra, solo lo usan
para los mandados y para nada más él cuenta.
O a esa señora cuyos hijos relegan al último cuarto, apartada como viejo mueble, porque molesta.
Ejemplos hay muchos, como el de la que no puede ver a su nieto pues la nuera se lo impide por pura venganza, cual si fuera su culpa la separación matrimonial.
Los hay que, tras poner sus casas a nombre de alguno de sus hijos o nietos, pasan a ser un estorbo y son maltratados con fiereza, y hasta expulsados de la que fue su propia casa.
Por eso tiene gran importancia el Código de las Familias, los derechos de estas personas mayores deben ser respetados y de hecho así se hará, incluso pueden retractarse de haber pasado su vivienda a nombre de un familiar.
Nuestros mayores son joyas, ellos lo dieron todo y deben ser correspondidos en la misma medida, apreciados
y valorados. Es una verdadera suerte contar con su sabiduría, su ayuda y compañía y merecen se les tenga en cuenta para todo en el hogar.
No olvidemos que llegar ahí es un privilegio, y que, si lo tenemos, la existencia es corta, y pronto estaremos en ese lugar. Pensemos ¿cómo nos gustaría, entonces, ser tratados?
Afortunadamente, el Código de las Familias les da verdadera voz en referencia a sus derechos, y se cumplirá.
Otras informaciones:
Muy bueno el artículo, pero me parece que obvia un aspecto muy importante y es el de la jubilación que recibimos los que lo hicimos antes del Ordenamiento. Si además de los maltratos que menciona el articulo se le añade una pensión paupérrima al jubilado no le queda más remedio que aceptar esos maltratos pues al menos tiene un techo y algo de comida, pero por esi viven angustiados y tristes. Me parece que el gobierno debería evaluar a profundidad esta situacion pues aun con el Codigo de las Familias ese tema no queda resuelto y el jubilado no vive una vida digna en su etapa final.
De verdad ud. cree que porque los derechos y obligaciones con el adulto mayor estén escritos, hace que se cumplan??? En Vento y Acosta los ancianos se pasan días y días haciendo cola para los alimentos y bien poco viene. Eso es cuidarlos y atenderlos por la sociedad?