Solo basta escuchar, en cualquier escenario de la ciudad, la referencia a un tema que nos sacude en toda la estructura de la capacidad familiar para enfrentar los excesivos precios de los revendendores y señala el enorme caudal del mercado subterráneo capaz de destruir los esfuerzos del Estado para garantizar el suministro equitativo de productos básicos a la población, muchos de ellos subsidiados, por considerarse básicos en la canasta familiar.

Hemos visto que no resulta en nada persuasivo (evitar los delitos económicos) la imposición de multas, cuyas
cifras resultan casi irrisorías para quienes reciben los beneficios de la sustracción de bienes en cantidades exhorbitantes y los colocan en ese río revuelto que nos arrastra desde la necesidad de adquirir (tomar o dejar) determinados artículos imprescindibles e impone -incluso desde el pregón de estas ventas ilícitas, en escenarios públicos-, una especie de patente corruptiva.

El reciente operativo realizado en la llamada Feria de 100 y Boyeros, a una escala mayor (no es el primero que tiene lugar en la ciudad), demuestra que estas intervenciones quirúrgicas no solo deben mostrar la punta del iceberg. Resulta necesario “tirar de la cadena” o más bien una frase popular de la primera década de la Revolución, en la cual se expresaba de forma genial: “Sacude la mata…”.

De ninguna manera este tipo de mercado puede ser aceptado. La filosofía de estos “mercaderes” se apoya en la convivencia con lo mal hecho, bajo la supuesta impunidad que ofrece la crítica situación económica (también a escala mundial) que atraviesa, por demás, nuestro país como resultado del bloqueo impuesto, sostenido y agravado por el Gobierno de Estados Unidos.

No enfrentar estos hechos de manera resuelta genera el malestar de la población y condiciona uno de los preceptos contenidos en la estrategia del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba, cuando Lester D. Mallory, subsecretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos, en un memorándum secreto del Departamento de Estado definía, el 6 de abril de 1960:

“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

Ver además:

Realizan operativo policial en feria de la calle 100 y Boyeros