
Respondo a quienes leyeron el comentario anterior bajo el título: Una devoción peligrosa. Recuerdo que en la actualidad tenemos una relación íntima con nuestros celulares, pues, dormimos con ellos, comemos con ellos y los llevamos en nuestros bolsillos. Los revisamos, en promedio, 47 veces al día… aunque un estudio dice que si tienes entre 18 y 24 años el número asciende a 82 veces.
Esta relación compartida (simbiosis humano-celular) puede ser perjudicial, tanto es así que es posible que interfiera con el amor humano, aquella intimidad tradicional y cara a cara con aquel a quien llamas pareja, cónyuge, amante o persona especial, por citar un ejemplo. También afecta la amistad, pues se convierte en un diálogo a través de un cristal, no hay un encuentro, una conversación donde no existan las interrupciones de esos click del celu, en la cual, se tome un café y libre de tecnología, lleve a un intercambio real.
En el caso de las uniones de amor virtual –a través del ciberespacio-, existe ya hasta una palabra para esto: phubbing y se utiliza cuando estás ignorando a tu pareja, porque prefieres usar tu celular; es una combinación de las palabras para teléfono y para ignorar. No son pocos los que sufren esta ausencia del otro, concentrado solo en el aditamento que lo “controla”.
Es cierto que no debemos ignorar tampoco sus beneficios, pero no sustituyan nunca la risa, la conversación personal, ese intercambio risueño, cariñoso y fluido con las amistades, la familia y la pareja. No somos robots, somos seres humanos que necesitamos un abrazo y no virtual y el calor de una buena charla sin interrupciones.
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