Foto: Cartel

Se cumplen 69 años de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Hechos que abrieron una nueva etapa en la historia nacional y marcan nuestro presente más de los que las casi siete décadas pudieran indicar. Y es que la Revolución que llegó al poder partió del punto primigenio de ese asalto con tintes épicos. Luego vendrían otros hitos: La Historia me Absolverá, el desembarco del Granma, hasta lograr el triunfo en 1959. 

Después, como dijera Fidel, las cosas no han sido más fáciles, sino, quizás, más difíciles. 

Cada etapa con sus características, singularidad, contextos que lo han marcado todo. Hasta llegar a este 2022 que ya cruzó la mitad. Estos son tiempos distintos a aquellos de los años 50, donde un golpe de Estado
había echado por tierra los sueños depositados en la Constitución del 40. Ya las aspiraciones son mayores porque las victorias nos han impuesto superiores metas.

Pero la Revolución, al igual que el amor, no se compra hecha en el mercado, ni viene entregada por destino divino, hay que construirla diariamente. Estamos bajo una guerra económica y comunicacional prolongada en el tiempo que trata de aprovechar el contexto internacional y nuestros propios errores para destruirnos. Por eso, al igual que los jóvenes de la Generación del Centenario que un día entraron en las páginas de nuestra historia, hoy también debemos mantener la misma rebeldía.

Aunque esta rebeldía, igual en esencia, debe ser novedosa en las formas. Debemos enfrentar los
problemas, y encontrarle solución lo más rápido posible. La esfera económica constituye hoy la principal batalla, y aunque el bloqueo nos limita constantemente, debemos darle respuesta a aquellos problemas al alcance de nuestra mano, que son más de los que parecen. 

A la par, tenemos que enfrentar todas las campañas mediáticas que casi a diario se tejen contra el país. No basta con responder cada una de las mentiras, debemos informar con la verdad como espada, no mintiendo jamás, pero también aclarando oportunamente cada situación difícil.

Los tiempos son complejos: un mundo en guerra, con un tiempo nuevo que aún no nace y el viejo que todavía no muere; y en el centro, nosotros. Un pequeño país tratando de construir un camino diferente e independiente, aquel que hace 69 años parecía una utopía y hoy tiene mucho de realidad. Y debemos hacerlo con unidad, con esfuerzo, y también con rebeldía.

Vea también:

En Marianao, la historia no se detuvo y no se detiene