Así como cada 1ro. de enero está asociado al triunfo de la Revolución, cada 8 de enero está indisolublemente relacionado con la entrada de Fidel a La Habana. La victoria había sorprendido al Comandante en Jefe en Oriente, pero La Habana era el centro de poder de todas las instituciones. Dicho esto, el líder rebelde decide trasladarse a la capital, iniciando un trayecto de más de mil kilómetros por infinidad de pueblos, protagonizando la Caravana de la Libertad.
Y aunque durante todo el trayecto no faltaron emociones, aquí lo aguardaron las más fuertes para el joven comandante rebelde. Justo en la periferia capitalina, en el Cotorro, tiene la primera, el encuentro con su hijo Fidelito. También allí se produce el encuentro con Camilo Cienfuegos, quien desde el día 2 había tomado posesión del campamento de Columbia.
En este punto Fidel cambia del tanque en el que venía a un jeep descubierto. Todas las crónicas de la prensa de la época reseñan la alegría que vivía Cuba, y la ciudad en específico. Jamás un año nuevo había significado un cambio de vida tal. Luego de una tiranía sangrienta, la posibilidad real de la renovación inundaba el ambiente.

Nunca antes se habían visto las multitudes de tal manera agolpadas en las calles. Arterias adornadas con motivos patrióticos, en espera de los hombres que habían hecho la Revolución.
El recorrido seguido por la Caravana de la Libertad está lleno de simbolismo. Primero el saludo a los trabajadores de la cervecería del Cotorro, que lo habían invitado a la fábrica. Luego por la Virgen del Camino, Calzada de Luyanó, Concha rumbo a Atarés, de allí a la Avenida del Puerto y la visita obligada al yate Granma, el mismo que los había traído para iniciar la lucha, que se encontraba fondeado en el puerto, y el saludo a su timonel.
Sigue la comitiva por diferentes puntos de la ciudad. Desde la terraza norte de Palacio Presidencial realiza un breve discurso a la población.
Como último destino, el campamento militar de Columbia, símbolo de la tiranía derrocada, ahora en manos del Ejército Rebelde. Desde allí, ya entrada la noche, el Comandante en Jefe realizó uno de sus discursos más memorables. Noche histórica que dejó imágenes y frases para siempre, como la de las palomas en el hombro del líder; y la pregunta “¿Voy bien, Camilo?” que fue contestada con un rotundo: “Vas bien, Fidel”.

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