
Una compañera de trabajo me da las gracias en medio del departamento y comenta que tenían un pedacito de queso que lo puso a los casquitos de guayaba y fue un postre delicioso y una amiga que estaba escuchando me espetó “¿Tú regalas dulces hechos por ti? ¡Eso no se hace!”. Respondí que no veo nada malo en regalar dulces caseros, ella es muy agradable conmigo y quise tener ese gesto y me hace feliz saber que les gustó, yo acostumbro a regalar mermeladas o confituras, soy una fanática de las frutas en almíbar.
Por supuesto, nunca pensé que me sucediera algo similar. Alguien interrumpe mi siesta. Es un hombre que no recuerdo haber visto. A través de la reja de la puerta extiende unos plátanos maduros y unos aguacates. Ante la mirada de asombro dice: “Mi mamá que es muy mayor, resolvió gracias a usted... ¿recuerda el día que buscaba en el agro frutas con fibras? Usted me dio esta dirección vine a buscar el laxante que ofreció. Ahora quiero regalarle estas ‘boberías’ de mi finquita”.
Están los que regalan sin tener en cuenta el guardar para tiempos peores. Ejemplos hay de sobra: ante un ciclón, un tornado, un vecino que no tiene un medicamento, alguien que vive solo y los demás lo llaman para saber cómo está y hacerle sentir acompañado. Estos son los solidarios.
Otros como mi vecina Paula cuelan el café y apenas el aroma traspasa los límites de su vivienda, la encuentro en mi puerta con la taza humeante. Aquel que no come pan y solidariamente lo regala, aquella que logra hacer magia con un dobladillo casi perfecto o quien invita a comer un 31 de diciembre o quien te acompaña a un trámite notarial. Son esos seres humanos que no reparan en tiempos difíciles, se las agencian para hacerte un rato feliz. No olvidan que es tu cumpleaños y, aunque no hay los regalos de otros tiempos, te envían una tarjeta que tal vez no es muy bonita, pero trae un mensaje de recordación. O te llaman por teléfono y sin ser cantantes te regalan una estrofa de una canción bonita. A esos seres humanos debemos sumar muchos más.
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Esto, a mi entender, es de las cosas que nos hacen únicos, y que nos ayudan a subsistir, el ayudarnos y hacer bien sin mirar a quién; en mi cuadra algunos hacemos cosas así, y luego recibimos de aquellos a quienes dimos (a veces de otros que se suman y a los que después daremos). Eso para mí es muy lindo, me alegro que Ud también integre este "club"... un saludo afectuoso.