
Hace unos días la página en blanco me llamaba a escribir algo sobre la solidaridad y luego, sobre los valores de la bondad y la empatía que debemos preservar.
Esos comentarios se basaron en palabras salidas del alma, ante hechos de indisciplina, desconsideración y “sálvese quien pueda” que han ocurrido lo mismo en tiendas que en farmacias, donde no ha primado el orden y mucho menos la empatía hacia el prójimo.
Pero, una lamentable explosión de gas en el hotel Saratoga desató toda la solidaridad, el esfuerzo, y las ansias por colaborar de este pueblo, que quedó impactado, lleno de dolor, consternado…

Con rapidez increíble se movilizaron todos para ayudar, aun con riesgo de sus vidas, a heridos, a todo aquel que estaba visible y necesitaba de una mano para llevarlo al hospital.
De inmediato se sumaron los bomberos, se presentó allí el presidente de nuestro país, y todos los funcionarios y directivos, las ambulancias, los jóvenes de Rescate y Salvamento junto a los perros de búsqueda de desaparecidos para hallar personas con vida entre tanto escombro.

Pero, no solo eso, el pueblo acudió en masa a donar sangre para salvar vidas, tanto, que no daban abasto los bancos de sangre y eran interminables las colas con la ansiedad de aportar vida a los necesitados.
El personal de Salud se unió en ese esfuerzo, dando todo de sí para preservar todas las vidas posibles.
Nadie ha quedado que no se solidarice y aporte su granito arena, unidos por todos los que sufrieron daños leves, graves o la muerte.

Somos un pueblo repleto de matices, algunos son capaces de discutir sin piedad en una cola y luego, ante una catástrofe, ir a riesgo de la propia vida a tender los brazos y el corazón a compatriotas.
Eso nos hace grandes, es la característica de nuestra sociedad aguerrida, esa de la que hablaba en anteriores comentarios, la solidaridad que está en nuestras raíces y que no perdemos.
Si para algo que aporta alivio, han servido tan tristes momentos, ha sido precisamente para reiterarnos que este es el mismo pueblo que entrega todo por los demás cuando se hace necesario.
Aún buscan sobrevivientes o fallecidos, aún quedan derrumbes por explorar y ahí permanecen, día y noche, nuestros héroes, retando a la fatiga y al dolor de ver la esperanza en rostros de familiares que aún esperan por saber de sus seres queridos.
Ha sido esta, una muestra inmensa de la unidad y solidaridad que caracteriza a este pueblo nuestro.
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