Foto: Alejandro Basulto

Mancillan con saña y adjetivos ofensivos nuestros logros porque los enemigos de la Revolución caen en ese lodo a riesgo del ridículo, mientras desde San Antonio a Maisí el pueblo ríe a mandíbula batiente de lo mucho que se construye por estos días. Sin ir más lejos, quedémonos en La Habana nuestra que se luce, por ejemplo, en el reordenamiento de la red de unidades de comercio.

En este noviembre parte de las 1 900 bodegas, 1 340 carnicerías y hasta 858 puntos de leche han tenido una recuperación constructiva similar a una “galleta sin manos” al rostro del imperio, demostrando que la Revolución cumple su palabra empeñada, esa cual bandera oronda, ondeante al viento desde las primeras luces de 1959 y que lejos está de ser arreada.

Financiado en más del 70 % con la contribución del 1 % de las empresas de la localidad junto con la
participación estatal, cooperativas no agropecuarias y trabajadores por cuenta propia, este proyecto pone
al país su carita más feliz como emoticón de las redes sociales para que los “desentendidos” entiendan
de una vez.

Pero ahí no termina todo, ya suman más de 35 000 las acciones realizadas en 66 barrios capitalinos. Y si
mi alma se estremece cuando veo un fotograma del programa televisivo Promesas, ahora el goce es por la
consistencia de nuestros máximos dirigentes, como raíz de continuidad en Miguel Díaz-Canel mientras
recalca que el compromiso en las comunidades será sostenible: calor humano en medio de un frente frío;
caricia vital que significa cantar Victoria. Hace cinco años atrás, aquel doloroso 25 de noviembre, se lo juramos a Fidel y ¡vamos cumpliendo!

Otras informaciones: