No descansa, está siempre permanentemente entre el pueblo, el cual con ese gracejo criollo ha dicho que la “cultura no tiene momento fijo”. Bien que lo sabe el habanero cuando se despierta y dice buenos días y le retribuyen el saludo. O cuando una vez ya en el corre corre habitual, que no da tiempo para nada sublime, escucha al paso una salsa cubanísima o vislumbra desde la guagua, una galería de arte, un teatro y hasta quizás una Casa de la Cultura, y suspira por querer ir para llenarse de optimismo y fe.
Cultura son los conocimientos e ideas adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio o el trabajo. Pero también lo son las tradiciones y las costumbres que le imprimen su sello a una nación, a una clase social, y hasta a una época. Entonces, en una sociedad cuyo empeño fundamental es elevar la sensibilidad y el amor de sus ciudadanos hacia sus semejantes, la obra de la cultura debe volverse inconmensurable, diáfana y cotidiana. La institucionalidad del país ha contribuido sobremanera a colmar esas expectativas.
No hace mucho se celebró la Primera Conferencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura con la premisa de que “Cuba es cultura y todos somos Cuba”. En la cita se abordaron asuntos medulares bajo el denominador de redoblar esfuerzos, volcados hacia el pueblo y hacia ese artífice cultural que este 14 de diciembre tuvo otro cumpleaños: un nuevo hito para seguir.
A esta Habana, tan nuestra y tan cosmopolita, le nacen, cual rama de los árboles, retoños-personas que hacen de lo bello y lo más grande su credo.
Pienso así en los instructores de arte, en los guardadores de sala de los museos, en los bibliotecarios, en mis colegas los periodistas, y un extenso etcétera entre los que incluyo a quienes trabajan en nuestras Casas de la Cultura, a mi juicio el eslabón más débil de una potente cadena, la cual debería ayudar y destinar mayores recursos a esas 34 habaneras instituciones barriales, donde se aprende a tocar un instrumento musical, a apreciar una obra teatral y hasta a decir Buenos días.
El cine teatro Payret es un lugar emblemático para la cultura cubana y la habanera en particular. Corren rumores sobre su cambio de función social. Sería perder una importante infraestructura teatral y cinematográfica que se añadiría a otras pérdidas y carencias. Que conviene más a los habaneros y al entorno del parque central: fortalecer su función cultural o densificar su privatización hotelera? Que diría José Martí desde su simbólica escultura? Debe informarse con transparencia sobre los planes para la manzana del Payret. Es necesario evitar errores. La ciudad y el urbanismo también son cultura . Debe conocerse la opinión de los ciudadanos.