Si se dice Patria, el niño piensa en su escuela, el erudito en padre o ser fundador, pero si nos preguntan a la mayoría de nosotros: Patria es la amada simbólica del guerrero que en Abdala, de José Martí, le recordara a su madre que el nexo con lo más sagrado no se vislumbra en las simplezas del paisaje sino en el rencor contra quien intente despojarnos de su naturalidad para imponer su vasallaje y ante eso es preferible morir.
Entonces si se dice muerte, el niño no sabe qué responder y el erudito tendrá varias definiciones, pero si nos preguntan a la mayoría de nosotros: Muerte es una condición indeseada, aunque indefectible del curso humano que se crece ante la amenaza contra los nobles propósitos de una Isla cuyo único delito- si es que existe alguno- es luchar por ser libre a riesgo de enfrentar a la tenebrosa dama que la literatura clásica nombra Parca.
En cambio, si se dice vencer habrá un denominador común de criterios. Para el niño es muy simple, es ganar: en el juego; un abrazo de su mejor amigo; o un día sin clases. Tal vez el erudito sea tajante: ¡mi criterio es el mejor!, y punto. Pero si nos preguntan a la mayoría de nosotros: Venceremos es una cualidad que nos arropa incluso desde el vientre materno porque los cubanos no comulgamos con las flaquezas, y si por casualidad un día nos aplasta la realidad cotidiana con todos sus vericuetos y problemas, ahí aparece en cualquiera de las calles de esta ciudad un grafiti, un cartel, un afiche con el lema espuela de Cuba: ¡Patria o Muerte, Venceremos!
Constatas así que las palabras inconexas se tergiversan, sin embargo, una vez juntas, como las causas de los pueblos, se agigantan, y hasta parece que Fidel es quien te impulsa otra vez desde uno de sus entrañables discursos en la Plaza.
Muy buen artículo, gracias.